El Fox tiene una carrocería muy alta, los pasajeros van sentados altos y su piso está relativamente lejos del suelo.
No obstante, por la forma que tiene el Fox de moverse, está más cerca de un utilitario normal que de un monovolumen. Como la suspensión no es blanda (tampoco es dura), ni la carrocería tiene movimientos amplios o pesados (más bien balancea poco y rápidamente), la sensación al conducirlo no es la que da un monovolumen de tamaño similar, como un Renault Modus.
Lo que sí tiene de coche alto, es que los ocupantes notan más movimiento en las curvas (no hace falta ir deprisa para notarlo) y las irregularidades dan un movimiento grande a la carrocería.
Nuestra unidad de pruebas tenía la opción de neumáticos en medidas 195/55 R15 85 V, de la marca Dunlop y el modelo SP Sport 2000. Con estos neumáticos, el Fox es un coche estable (por cómo reacciona a las indicaciones del volante). Puede ser más ágil que un Polo, aunque éste quizá tenga mejor tacto como coche de carretera. No tengo referencias de cómo va el Fox con los neumáticos de serie, unos 165/70 R14T.
El piso del coche y los paragolpes están lejos del suelo. Para muchos usos, que sea así supone numerosas ventajas que dan una indudable comodidad: por ejemplo, el Fox no pega en el suelo en las rampas de los garajes y ni en la mayor parte de los bordillos de las aceras. En carreteras muy estrechas de montaña, el Fox salva sin problemas el escalón que suele haber entre la zona asfaltada y el campo, si es necesario apartarse para permitir el paso de otro vehículo.
El coche es en general agradable de conducir, salvo porque el pedal del freno y embrague tienen un tacto peculiar y hay que acostumbrarse a él. El cambio de marchas se maneja con muy poco esfuerzo.