El A6 TDi de 180 sólo se vende con tracción total; esto hace que, con relación otros Diesel de potencia semejante, gaste algo más y corra algo menos. Para quien aprecie la ventaja de aceleración que da sobre firme resbaladizo, o bien circule con frecuencia por carreteras deslizantes, la tracción total es una ventaja. Para quien no, es un inconveniente porque disminuye las prestaciones, aumenta el consumo y repercute en el precio. Tal es así, que en muchos casos es más recomendable la otra versión de este motor, que tiene 150 CV y puede llevar tracción delantera.
Si bien no cabe esperar del A6 TDi 180 una relación entre prestaciones y consumo más favorable que en modelos comparables (por ejemplo, el BMW 525d), sí tiene cualidades muy positivas: calidad, confort y seguridad activa (control de estabilidad de serie) como las más importantes.
En carretera es un coche muy agradable, en ciudad no. Aunque se pise el pedal a fondo, hasta que el motor no llega a unas 2.000 rpm no da mucha aceleración. Si se mantiene el acelerador muy abajo, entonces da un fuerte empujón cuando llega a ese régimen que puede ser desagradable. En consecuencia, en ciudad hay que circular en marchas más cortas que con otros coches, para adecuarse a los cambios de velocidad tan frecuentes en estas condiciones. No gasta poco en términos relativos, pero la diferencia no es mucha con relación a modelos comparables.
Su estabilidad es muy buena. Tiene control de estabilidad de serie y la mejor amortiguación que he probado en un A6. Además, la suspensión trasera diferente en el A6 quattro que en el de tracción delantera hace que reacciones mejor en retención. No es tan seguro como un Mercedes E270 CDI, pero sí más que un BMW 525d.
Hemos probado la versión familiar Avant, que cuesta 350.000 pesetas más que la berlina y tiene un maletero más pequeño (455, medidos hasta la cortina que lo cubre, contra 520). Lo que aporta esta carrocería es la facilidad para cargar que da un gran portón y la posibilidad de meter objetos voluminosos.