El Volkswagen T-Cross tiene un habitáculo amplio. Cuatro pasajeros de 1,85 metros de estatura caben sin problemas. Según nuestras mediciones, sobresale por espacio para las piernas en las plazas traseras. Hay 72 centímetros entre respaldos, una cifra que supera por un amplio margen a las de todas las alternativas que hemos medido, como el Hyundai Kona, el Nissan Juke, el Renault Captur, el Peugeot 2008 y el SEAT Arona. La altura libre hasta el techo es de las mejores (95 cm) y la anchura entre puertas está en la media (134 cm) y es insuficiente para que tres adultos quepan de manera holgada. Tampoco da para que una persona vaya sentada entre dos sillas infantiles como la de esta foto.
La banqueta trasera se puede desplazar longitudinalmente 14 cm, algo que no puede tener el Hyundai Kona ni el SEAT Arona, pero sí el Citroën C3 Aircross y el Renault Captur, por ejemplo. Como se ve en esta imagen y en esta otra, la banqueta se mueve en un único bloque, no está dividida. Los respaldos sí lo están, en dos partes (en proporción 60/40), cada una abatible por separado (imagen). El respaldo de la plaza del copiloto también es abatible (imagen), un recurso que permite transportar objetos de hasta unos 2,40 metros de longitud.
El desplazamiento de la banqueta permite modular el espacio de los pasajeros y la zona de carga. Así, el volumen del maletero varía entre 385 (imagen) y 455 litros (imagen), que es más, en cualquiera de las dos posiciones, de lo que tiene un Volkswagen Polo (351 litros). En el C3 Aircross el volumen varía entre 410 y 520 litros, mientras que en el Captur lo hace entre 377 y 455 litros. El volumen del maletero del Kona y del Arona es 361 y 400 litros respectivamente.
El piso del maletero tiene dos posiciones, superior e inferior. Si se coloca en la superior, queda un espacio por debajo de él lo suficientemente grande como para meter una rueda de repuesto completa, aunque esta no está incluida en el equipamiento de serie. En su lugar lleva un paquete de reparación de pinchazos (imagen) y, en opción, se puede pedir una rueda de emergencia.
Tanto la carrocería como el «hip-point» (el punto de la cadera que se usa como referencia) están 10 centímetros más altos que en el Volkswagen Polo y eso se percibe con claridad al acceder al interior porque hay que agacharse menos. También al sentarse y al ajustar el asiento y el volante, ya que se adopta la postura habitual de los vehículos de tipo SUV, con las piernas más flexionadas que en un turismo como el citado Polo. Excepto para aquellos que aborrezcan este tipo de posición al volante, es muy fácil sentirse cómodo a los mandos del T-Cross.
La distribución de los mandos en el salpicadero es la habitual de Volkswagen y quien haya conducido alguno de sus modelos recientes sabrá donde está colocado todo. Tampoco será un problema para quien no lo haya hecho nunca porque la organización es fácil de comprender y aprender.
La instrumentación puede ser de agujas (con una pantalla central de 3,5 pulgadas; imagen) o una pantalla de 10,25 pulgadas (con una resolución de 1280 por 480 píxeles; imagen). Ambas resultan satisfactorias en cuanto a que son fáciles de leer y dan mucha información (se pueden ver más cosas a la vez en la pantalla). El sistema multimedia de serie, cuyo nombre es «Composition Media», es fácil de utilizar porque la pantalla táctil queda cerca de la mano, esta se ve bien en prácticamente todas las condiciones de iluminación, responde rápido a las pulsaciones y la organización de los numerosos menús es intuitiva. No tiene sistema de navegación, pero sí compatibilidad con Android Auto y Apple CarPlay, por lo que se puede utilizar el sistema de navegación del smartphone que se conecte a través de un cable USB.
El sistema multimedia «Discover Media», el más avanzado, cuesta 545 euros e incluye sistema de navegación con cartografía de Europa. No está ligado a la instrumentación digital de 10,25 pulgadas, pero cuando se instala esta instrumentación se puede ver el mapa del navegador ocupando prácticamente toda la superficie de la pantalla (imagen). Curiosamente, si el mapa está en la instrumentación desaparece de la pantalla central, y viceversa. Lo mismo sucede en el T-Roc. La razón es, según Volkswagen, que el procesador informático que utiliza en los sistemas multimedia de estos modelos no tiene la potencia suficiente para mostrar el mapa en ambas pantallas simultáneamente (el que utiliza en modelos de categoría superior, como el Tiguan, sí tiene esta capacidad, imagen).
La cantidad de huecos disponibles para dejar objetos de pequeño tamaño es correcta. No sobresale por su número, pero los que hay son útiles, como el que está por delante de la palanca del cambio (este con el fondo de goma y con posibilidad de servir para la carga por inducción de teléfonos móviles, imagen) y los de las puertas (sin ningún tipo de recubrimiento interior). En la parte superior del salpicadero hay un espacio sin tapa, pero en el que no hay problema por dejar un teléfono móvil ya que la superficie es antideslizante (imagen). En las consola central que da a las plazas traseras, en vez de unas salidas de aire hay un hueco y dos entradas USB (imagen).
Los plásticos de recubrimiento del habitáculos son duros (los reposabrazos de las puertas delanteras tienen un poco de mullido) y están encajados unos con otros con buena precisión. La sensación de calidad general es buena, pero como sucede con el T-Roc, queda la impresión de que a este respecto Volkswagen no ha puesto todo el esmero que suele emplear en sus modelos.