El Volkswagen Sharan puede adquirirse con cinco plazas (2+3) o con siete (2+3+2). Los asientos de la tercera fila se pueden plegar en el piso del maletero si no se utilizan (imagen de estas combinaciones).
El habitáculo es muy amplio. Lo es por la altura al techo y el espacio para las piernas en las dos primeras filas. También porque la anchura es generosa: la carrocería mide 1,9 metros de anchura por fuera, que es mucho, y en la segunda fila hay 1,51 metros a la altura de los hombros —tres adultos viajarán mucho mejor que en cualquier turismo—.
Me parece una muy buena opción para quien tenga tres niños y necesite viajar con tres sillas, además de con la cantidad de equipaje necesario en ese caso (carritos, maletas, etc). Como los tres asientos de la segunda fila son iguales, las sillas quedarán bien colocadas. Además, los tres cuentan con anclajes Isofix. Volkswagen ofrece como opción hasta dos asientos infantiles (Grupo 2 y 3) integrados en la segunda fila de asientos. La ventaja de éstos es que la transformación de asiento normal a uno infantil y viceversa es muy sencilla.
Los tres asientos de esta segunda fila pueden desplazarse hacia delante o detrás 16 centímetros por unos carriles y también es posible modificar el ángulo del respaldo. El primer mecanismo permite adelantar los asientos para dejar más espacio para los pies de los pasajeros de la tercera fila (o aumentar la capacidad del maletero) porque si se llevan totalmente retrasados hay muy poco sitio.
La tercera fila está formada por otros dos asientos individuales (imagen) pero, en este caso, sin ningún tipo de regulación posible. No son tan cómodos como los otros cinco pero permiten viajar con comodidad a adultos de talla media (si la segunda fila no va muy retrasada). También tienen anclajes Isofix, lo que da mayor flexibilidad a la hora de colocar varias sillas infantiles.
En las tres filas de asientos hay luces de lectura y compartimentos donde dejar botellas de bebida —incluso una pequeña papelera— u otros objetos. También tienen salidas de ventilación en el techo, junto a los asideros (imagen), y en la zona de los pies.
Las dos puertas laterales traseras se abren desplazándose hacia detrás, paralelas a la carrocería. Es un sistema al que sólo encuentro ventajas. La primera es que se puede entrar y salir del coche aun habiendo aparcado en lugares estrechos, porque tan solo se necesita espacio suficiente para que quepa la persona (que es más que lo que sobresale la puerta).
La segunda es que el vano de la puerta es muy grande. Esto facilita acceder al interior, colocar a los niños en sus sillas o, incluso, cargar un carrito infantil en el maletero abatiendo el asiento del lateral (imagen), algo que puede ser útil si aparcamos el coche en una plaza de garaje que no deja sitio entre el portón y la pared (y por tanto no se puede abrir si no movemos primero el coche).
El sistema de apertura de estas puertas puede ser manual o automático (es una opción). La ventaja del automático es que, si estamos en una cuesta, no hay que hacer esfuerzo para abrir o cerrarlas, y que, además, se pueden dejar fijas en cualquier posición intermedia (vídeo). Con el mecanismo manual sólo quedan fijas cuando están totalmente abiertas y cuesta esfuerzo moverlas si estamos en una pendiente (vídeo). También son más seguras porque no se pueden cerrar por sí solas debido a la inclinación de la calle, lo que evita un posible accidente. El sistema automático se acciona desde el mando a distancia o desde unos botones en el habitáculo (tanto desde las plazas delanteras como desde las traseras). Para el portón también hay disponible un sistema automático que permite ajustar el ángulo de apertura.
Una opción recomendable es la de las cortinillas en las ventanillas traseras. Como el cristal es muy grande puede hacer el coche muy caluroso y el sol molestar a los niños. Curiosamente, no hay cortinillas en las ventanas de la tercera fila (algo que sí puede tener un Renault Grand Scénic).
El maletero es muy grande si sólo se usan cinco plazas —809 litros; imagen — y justo para el equipaje si hay siete personas —300 litros (imagen), como el de un Citroën C3—. Si el Sharan se adquiere con la intención de que viajen sólo cinco personas, ocupando únicamente las dos primeras filas de asientos, me parece imprescindible adquirir el sistema de organización de la carga (imagen) para tratar de evitar que el equipaje se desplace. Esta opción consta de unos raíles en las paredes del maletero, unas barras con una red, — colocada transversalmente, como si fuese un saco, para dejar dentro de ella las cosas— y una cinta de longitud ajustable.
El Sharan no tiene rueda de repuesto ni un sistema de reparación de pinchazos. Tiene unos neumáticos que en caso de pinchazo se auto sellan (ContiSeal, de Continental). En caso de que se produzca un corte o un reventón, no queda otra que llamar a la grúa para que recoja el coche.
El puesto de conducción es bueno. Los ajustes del volante y del asiento son amplios. Este va colocado a una altura parecida a la de un turismo; en otros monovolúmenes, el asiento va mucho más alto.
Todos los mandos están bien colocados y hay muchos huecos, y muy prácticos, donde dejar cosas como el teléfono, la cartera, las llaves de casa, etc. Van recubiertos de goma o de un material textil para evitar ruidos. Algunos de ellos son útiles para dejar cosas escondidas (una cámara de fotos, por ejemplo), como los dos cajones que hay bajo los asientos delanteros (imagen) y los otros dos que hay bajo la alfombrilla de los pies, en la segunda fila (imagen).
El cajón que hay sobre el salpicadero (imagen) es muy amplio y le ocurre como al del Touareg, no siempre queda bien cerrado y en los baches llega a abrirse solo.