No se me ocurre ningún coche actual (ni de precio similar, ni mucho más elevado) que se parezca al GR Yaris RZ. La dedicación con que Toyota parece que ha puesto a punto este modelo me parece digna de mención. Me recuerda, de alguna manera, a cómo Mitsubishi afinaba sus modelos «Evo» (por ejemplo, el Carisma GT Evolution VI RS2) o Subaru, los Impreza WRX STI (prueba del Impreza WRX STI de 2008).
El GR Yaris es el modelo más deportivo de la gama Toyota, bien por encima del Supra. El Supra es más potente —y más veloz en línea recta— pero, muy posiblemente (no lo hemos medido), más lento en las curvas de una carretera de montaña e incluso en un circuito de velocidad. El GR Yaris RZ gana por goleada por su tacto de carreras y porque transmite sensaciones mucho más directas y puras.
Lo normal es que el conductor se sienta cómodo a los mandos del GR Yaris RZ y con la situación bajo control después de un periodo breve de adaptación (esa impresión no la tuve, por ejemplo, en el Supra). Eso es así porque este coche transmite mucha información; hace al conductor partícipe de lo que está sucediendo en cada momento, de cómo está la carrocería apoyada o de cuanto más se puede acelerar o frenar en cada circunstancia.
Aunque es un coche que «se siente mucho», no está hecho para que su conductor encuentre y se mantenga fácilmente en el punto de deslizamiento de los neumáticos, como de alguna forma ocurre en el Toyota GT86. El GR Yaris RZ está desarrollado para deslizar sólo lo justo para ir más rápido. La mayor parte del tiempo he conducido una unidad del GR Yaris RZ con el Pack circuit. Quien prefiera que sea algo más suave de reacciones, debería escoger la configuración de serie ya que las ruedas, la suspensión (barras estabilizadoras, muelles y amortiguadores) y los diferenciales son distintos.
La capacidad para trasladar la potencia del motor al suelo es excelente, ya que se puede acelerar mucho y pronto sin que el coche abra nada la trayectoria (es lo que suele ocurrir en muchos coches que no están tan afinados para buscar la máxima efectividad en curva). De hecho, en ocasiones, se puede llegar a notar que, al menos en las versiones con Pack Circuit, cuanto más acelerador se aplique, más se cierra la trayectoria. No he notado el efecto de los distintos modos de funcionamiento del sistema de tracción (quizá se aprecie claramente sobre superficies muy deslizantes) que se seleccionan desde un mando en la consola (imagen).
Las ayudas electrónicas a la estabilidad facilitan la conducción y no estorban. Cuando se desconectan y se conduce a un ritmo muy veloz, el GR Yaris RZ requiere cautela pues se muestra muy vivo e incluso brusco de reacciones. Como el nivel de adherencia es muy elevado, cuando pierde adherencia por exceso de presión sobre el acelerador (por ejemplo), es mucho menos previsible y más violento que otros coches hechos para ser menos efectivos. Exige un conductor muy rápido de reacciones que sea capaz de anticiparse a lo que hace el coche, algo que no siempre es fácil por la viveza con que se mueve. En nuestra maniobra de esquiva, con el control de estabilida conectado, las reacciones fueron precisas y no pusieron en aprietos al conductor.
A pesar de que está hecho para las curvas, en carreteras rápidas no se aparta de la trayectoria al pasar a alta velocidad sobre asfalto deformado o estropeado (y eso que es corto de batalla, ancho de vías y duro de suspensión). Cuando se pisa un bache en curva rápida, lo que hace la carrocería del GR Yaris RZ es describir un movimiento corto y muy rápido en sentido vertical, pero no parece que las ruedas se desplacen lateralmente, ni tienden a rebotar.
La potencia de verdad de este motor llega aproximadamente a las 3500 rpm. Sube de régimen bien hasta cerca de 7000 rpm, pero es entre 3500 y unas 5500 rpm, cuando se nota más pletórico y cuando el empuje que proporciona es más contundente.
La capacidad de aceleración es muy elevada. Según mediciones propias, el GR Yaris RZ necesita 3,5 segundos para pasar de 80 a 120 km/h. Es un dato excelente para un coche de su potencia y precio, aunque alcanzable por otros modelos del mercado (normalmente más costosos). La velocidad máxima es de 230 km/h que, nuevamente, es un dato objetivamente elevado pero superado por otros muchos coches. En línea recta tiene más rivales que en curvas. Por ejemplo, un Supra acelera en la misma medición en 2,9 segundos y su velocidad máxima es 250 km/h. Un Volkswagen Golf GTI 8 necesitó 3,7 segundos.
El consumo es alto casi siempre; el mínimo factible en conducción muy tranquila a menos de 120 km/h es de unos 8,0 l/100 km. En nuestro recorrido de consumo por una autopista con fuertes desniveles a una media de 120 km/h, gastó 9,5 l/100 km. Si se aprovecha de cuando en cuando la máxima capacidad de aceleración lo normal es estar por encima de 10 l/100 km y la cifra es mucho mayor en conducción decididamente rápida. El depósito tiene 50 l de capacidad, con lo que las paradas a repostar son frecuentes. Toyota recomienda gasolina de octano 98.
El cambio de marchas manual tiene recorridos cortos y un accionamiento durito y rápido. Algunos redactores que han conducido poco el coche se han quejado de que les costaba encontrar la tercera al cambiar con rapidez. En la consola central hay un botón (iMT; imagen) que activa una función que, en las reducciones, iguala la velocidad de giro del motor con el eje primario de la caja de cambios. Es útil para que el conductor se despreocupe de hacer el punta-tacón, algo que en este coche no se hace muy bien porque el acelerador está bastante alejado del freno.
Los frenos tienen una gran resistencia al calentamiento por uso continuado; de hecho, es complicado llegar a su límite conduciendo a un ritmo razonablemente rápido por carreteras abiertas al tráfico. Además, su tacto es muy bueno y perfectamente modulable. No hemos podido medir sobre piso seco la capacidad máxima de frenada desde 120 km/h; sobre piso muy mojado ha necesitado 54,4 metros, un dato que no podemos comparar.
En el desarrollo del GR Yaris RZ, Toyota ha pensado tanto en las condiciones habituales de rally como de circuito. Eso se nota en que, por ejemplo, la carrocería no va excesivamente cerca del suelo y la suspensión está preparada para absorber las irregularidades del piso y los fuertes cambios de rasante y de asfalto que hay en algunas vías de montaña.