En la presentación pude llevar una unidad con la suspensión adaptativa opcional. Como elemento elástico emplea unos muelles neumáticos y los amortiguadores tienen dureza variable controlada electrónicamente.
Tiene tres programas: «automatic», «comfort» y «dynamic», además de una posición extra llamada «lift». No hay un botón específico para manejar esta función sino que hay que hacerlo a través del «MMI».
En el modo automático, la suspensión rebaja la altura del coche 15 mm al superar 120 km/h, recupera la altura inicial cuando baja de 70 km/h. En el modo confort, la carrocería no se eleva ni desciende en función de la velocidad, para no perder recorrido de suspensión. En el modo dinámico, siempre se encuentra en la posición más baja (-15 mm).
Con la posición «lift», el conductor puede aumentar 15 mm la distancia al suelo, para pasar por obstáculos o acceder a un garaje, siempre que la velocidad no sea mayor de 100 km/h.
Según Audi, en la posición «comfort» es más cómodo que un A6 con la suspensión de serie y en la «dynamic» resulta más ágil que otro A6 con la suspensión opcional deportiva (que es 20 mm más baja que la de serie).
A mí, tanto en el modo «comfort» como en el «dynamic» me ha parecido una suspensión confortable y no aprecié mucha diferencia de dureza ni de limitación de los movimientos de la carrocería, al menos con el asfalto en buen estado. Al pasar por un pequeño tramo bacheado, sí que me pareció algo más seca la amortiguación.
También conduje una unidad con el programador de velocidad con radar, que se sirve para mantener una distancia programada con relación a un vehículo que vaya por delante. Para ello, tiene un radar tras el paragolpes. Funciona en un rango de velocidades comprendidas entre 30 y 200 km/h.
Se maneja desde una palanca colocada al lado izquierdo del volante. Con ella seleccionamos la velocidad a la que queremos ir y la distancia que deseamos mantener con el vehículo de delante (un pulsador nos permite elegir entre varias distancias preseleccionadas, que varían en función de la velocidad). Ambas informaciones se muestran en la pantalla que hay en el cuadro de instrumentos. Además, la velocidad programada también se ve por un punto de luz rojo en el velocímetro.
En autopista o autovía resulta cómodo porque, a diferencia de un programador de velocidad normal, no es necesario pisar el freno si hay algún vehículo más lento adelantando (con la consiguiente desconexión del sistema y necesidad de volverlo a activar) ya que él solo frena el coche y recupera la velocidad programada cuando se aparta el obstáculo.
También lo probé en una carretera con mucho tráfico. Aunque la capacidad de deceleración es notable, el sistema no llega a detener el vehículo, con lo que en una retención repentina, y por mucho que el sistema advierte acústicamente de que debemos frenar nosotros, nos podemos llevar un susto si no vamos atentos.
El radar, aún estado desconectado el programador de velocidad, está siempre en funcionamiento y comunicado con el control de estabilidad. Si detecta una posible colisión, aproxima las pastillas de freno al disco antes de que el conductor frene, para reducir lo máximo posible distancia de frenado.