Dos pantallas grandes, que pueden ser tres si se pide la opcional para el pasajero, dominan la mitad superior del salpicadero, de puerta a puerta. Son pantallas de tipo OLED (excepto la del pasajero, que es LCD) de muy buena nitidez y brillo, en las que las imágenes se mueven con fluidez. Si no se conoce la estructura de los menús, encontrar la información o el ajuste deseado resulta un tanto engorroso. Esto sucede actualmente en muchos vehículos. Al menos en el Q5 basta con detenerse unos pocos minutos para familiarizarse y hacer un manejo más seguro durante la conducción.
La instrumentación (imagen) ha perdido posibilidades de configuración con respecto al anterior Audi Q5. La zona central es fija y muestra la velocidad (en formato numérico) y una representación de lo que los sensores frontales están captando en ese momento (los carriles y los vehículos que haya enfrente). A la izquierda de este núcleo central están los datos del ordenador de viaje y, a la derecha, se ven las indicaciones pictóricas del navegador y la información del sistema de audio. No es posible ver el mapa del navegador en la instrumentación. Ni a pantalla completa ni en un recuadro. El mapa ha desaparecido de la instrumentación, o yo por lo menos no he dado con la tecla para verlo (ejemplo de cómo se veía en la anterior generación de Q5).
La moldura decorativa que hay justo por debajo de la pantalla del sistema multimedia sirve de apoyo para la mano. De esta manera, el manejo táctil es más cómodo y, por ejemplo, hacer un cambio en el climatizador (cuyos ajustes principales se muestran permanentemente en la zona inferior de la pantalla) se completa con precisión y poca distracción. En general, a pesar de la escasa presencia de botones mecánicos, la interacción con las numerosas funciones del Audi Q5 me parece sencilla. Debajo de las salidas de aire centrales se encuentra una superficie para la carga por inducción de dispositivos móviles y dos tomas USB-C de 100 vatios.
El módulo de mandos táctiles que hay en la puerta del conductor me parece un error (imagen). Por una parte, porque ocupa el lugar tradicional del tirador y al ser una pieza muy ancha, que cuesta abarcar con la mano, asirlo para cerrar la puerta se hace incómodo. Por otra, porque congrega muchas y diversas funciones (desde ahí se actúa sobre cosas tan variopintas como los retrovisores, las luces, las memorias de los asientos y el bloqueo de la puertas) y es difícil localizar la deseada, sobre todo cuando se está en circulación.
Tengo la sensación de que con esta generación de Q5, Audi ha dado un paso atrás en lo que se refiere a calidad. Sin ser ni mucho menos mala, más bien al contrario, ahora está lejos de ser una cualidad diferenciadora que le coloque por delante de sus rivales directos (BMW X3 y Mercedes-Benz GLC) y ni tan si quiera de otros de precio inferior (como el Mazda CX-60 y el Peugeot 3008). Los plásticos de las zonas superiores tienen un tacto gomoso, agradable, pero en la zonas bajas son duros y los de la consola central puede que resulten molestos a los que tengan las piernas más largas porque chocarán con su rodilla. El ajuste de las piezas, no obstante, es preciso.
En lo relativo a espacio para los pasajeros, delante no hay ningún inconveniente, como suele ser habitual. Además, los asientos son grandes, cómodos y disponen de multitud de regulaciones. No hay, por tanto, ningún impedimento para conseguir una postura óptima al volante (quizás el volante puede que a algunos le tape levemente la parte superior de la instrumentación). Los asientos delanteros tienen calefacción de serie y, en opción, se pueden pedir que vayan equipados con ventilación y función de masaje.
En la fila posterior de asientos hay menos espacio que en el Q5 de segunda generación. De acuerdo con nuestras mediciones, ha perdido tres centímetros de espacio longitudinal para las piernas y otros tantos de anchura entre puertas. En cambio, ha ganado uno en altura. Sea como fuere, no es un coche amplio para su tamaño exterior. Cuatro personas de 1,85 metros de estatura viajarán con un confort correcto, pero en un BMW X3 hay más espacio (ficha comparativa).
El techo panorámico de cristal roba tres centímetros a la cota de altura. Esto significa que en un Audi Q5 con techo solar alguien de 1,85 no puede estirar el cuello sin antes golpear con el guarnecido superior, mientras que en uno sin techo panorámico, tampoco podrá estirarlo del todo, pero si irá en una posición más confortable.
La banqueta dispone de un recorrido longitudinal de 10 centímetros y los respaldos de dos posiciones de inclinación. En la consola central hay dos tomas USB-C, dos salidas de aire orientables y unos mandos para regular la temperatura (solo la temperatura, no el caudal de aire). Las plazas laterales, en opción, pueden estar calefactadas. Los anclajes ISOFIX se hallan en las dos plazas laterales. También hay anclajes de este tipo en el asiento delantero (el del copiloto, imagen).
El volumen del maletero es de 520 litros y por tanto tiene menos capacidad que el del BMW X3 (570 litros) y el Mercedes-Benz GLC (600 litros). El espacio de carga es diáfano, regular y fácil de aprovechar (imagen). Cuenta con argollas para colocar una red de sujeción de carga y de ganchos para bolsas. Bajo el piso (que se puede levantar, pero no cambiar de altura) hay una cavidad en la que se puede introducir una mochila y que está diseñada para dar cabida a la bandeja enrollable cuando no la necesitamos (imagen).
Los respaldos de los asientos traseros están divididos en tres partes (40:20:40), es decir, que se puede tumbar el de cada plaza de manera individual. Estos quedan enrasados con el suelo del maletero, si bien no totalmente horizontales.