El Verso es un monovolumen que tiene una buena relación entre estabilidad y comodidad.
Dentro de los monovolúmenes de este tipo, se pueden hacer dos clasificaciones en función de cómo reaccionan. Por una parte están los que más se parecen a un turismo convencional, como un SEAT Altea XL o un Volkswagen Touran porque tienen reacciones ágiles, movimientos de carrocería relativamente pequeños y buen tacto de dirección. Por otra parte están los que tienen movimientos más lentos y pesados, como un Citroën C4 Picasso o el Renault Grand Scénic. El Toyota Verso está en un lugar intermedio.
Los movimientos más o menos amplios de carrocería no dan una idea precisa de la estabilidad del coche. Probamos al mismo tiempo en una carretera de curvas un Toyota Verso y un Renault Grand Scénic . Nos dio la sensación de que con el Renault se puede ir más rápido (tiene mayor adherencia en curva y el control de estabilidad funciona de forma mucho más suave; el del Verso coloca al coche con brusquedad). Además, la dirección del Grand Scénic en su versión 2.0 dCi 160 CV tiene un tacto más directo; en el Verso hay que girar más el volante para conseguir realizar el mismo giro.
La suspensión del Verso está muy bien ajustada y no resulta ni dura ni blanda. Da mucha comodidad a los ocupantes al pasar por todo tipo de baches e irregularidades.
Hemos conducido las versiones con el motor de gasolina de 1,8 l y 147 CV (Verso 140) y las Diesel de 126 CV y 150 CV (Verso 120D y Verso 150D). Las tres unidades tenían ruedas de 17” (con neumáticos 215/55, Bridgestone Turanza ER 300). Su adherencia no nos ha parecido elevada al menos en suelo seco (no hemos conducido los Verso con suelo mojado).
Verso 120D de 126 CV y Verso 150D de 150 CV
Con el motor Diesel de 126 CV, el Verso es muy agradable de conducir. Es muy suave, tiene fuerza suficiente al acelerar desde un régimen bajo y sale bien desde parado. Su capacidad de aceleración es suficiente en condiciones normales (no lo hemos conducido con mucha carga). Salvo cuando se lleva el motor a un régimen alto o cuando está al ralentí, tiene un funcionamiento muy silencioso.
La versión Diesel de 150 CV lleva de serie el cambio automático «AutoDrive S». Excepto para quien valore muy especialmente la comodidad que aporta el cambio automático, nos parece más recomendable el Verso de 126 CV.
Al menos en una conducción normal, el de 150 CV no da mucha más sensación de fuerza que el de 126 CV. De hecho, según nuestras mediciones de prestaciones, un Touran y un Altea TDI de 140 CV son más rápidos. Un Grand Scénic dCi de 131 CV es más lento.
Consume más que estos modelos, sobre todo cuando se circula a un ritmo no constante. Con el Verso 150D hemos obtenido un consumo moderado si se circula a velocidad constante. En ciudad o en carretera con cambios de ritmo frecuentes, el consumo es más bien alto.
En un recorrido de 260 km por una autovía, con algunos desniveles y poco tráfico, intentando realizar una conducción suave y a una velocidad media real de 118 km/h, gastó 7,9 l/100 km reales (0,3 l más según el ordenador de viaje).
En varios trayectos por ciudad, con algunas paradas en semáforos, y alrededores, conduciendo con suavidad, no ha consumido menos de 9,5 l/100 km en ninguna ocasión. En un recorrido de 40 km por carretera de doble sentido, con adelantamientos frecuentes, gastó 11,5 l/100 km a una velocidad media real de 82 km/h.
Funcionamiento del cambio automático «AutoDrive S»
El cambio «AutoDrive S» da un buen resultado en el Verso 150D. Tiene tres programas de funcionamiento: «D» (Drive), «Sport» y «M» (Manual).
En modo «Drive», lleva engranada la marcha más larga posible, manteniendo el motor a un régimen bajo en toda circunstancia (salvo cuando se está acelerando a fondo). Los cambios transcurren con una rapidez suficiente y con mucha suavidad. Resulta adecuado para conducir por autovía o por ciudad.
Con el modo «Sport», tiene una buena capacidad para no dejar caer el motor por debajo de 2000 vueltas en conducción normal o de 2500 vueltas si estamos realizando una conducción más exigente. Aunque mantenga engranda una marcha más corta que el modo «D», siempre se puede ir en una marcha que dé más retención.
Con ambos programas, se pueden usar las levas del volante para restar marchas (es decir, para definir la marcha más larga en la que se quiere circular). Resulta especialmente adecuado reducir manualmente si queremos aprovechar toda la capacidad de retención del motor en conducción por carreteras con curvas.
Cuando pisamos a fondo, hay un pequeño retraso entre esta acción y el comienzo de una aceleración contundente (por lo que resulta aconsejable anticipar las maniobras de adelantamiento, reduciendo mediante las levas).
En modo manual es el conductor el que decide cuándo cambiar de marcha, mediante las levas del volante o la palanca de cambios. Desde que se selecciona la marcha hasta que se produce el cambio, pasa muy poco tiempo y éste se realiza con suavidad. En este modo, no cambia a una marcha superior cuando se llega al régimen máximo.
Verso 140 de 147 CV
Con el motor de gasolina de 147 CV, el Verso es muy suave y silencioso cuando circulamos a baja velocidad y con el motor poco revolucionado. No tiene mucha fuerza por debajo de 4.000 vueltas. Por tanto, para obtener una respuesta rápida, conviene mantener el régimen de giro del motor entre 4.000 y 6.000 vueltas. Esto afecta negativamente a la comodidad de marcha, ya que, en estas circunstancias, es ruidoso.
Las versiones con cambio manual llevan un indicador en el cuadro de instrumentos que informa al conductor del momento óptimo para cambiar de marcha, con objeto de lograr un consumo bajo.
Los Verso con cambio automático no tienen este indicador, pero sí un gráfico que informa de si la conducción está resultando eficiente desde el punto de vista energético (y económico).
Sonoridad interior
El Verso es un coche ruidoso, sobre todo por el ruido del viento al chocar contra los espejos retrovisores que por el del motor.
Por lo que hemos observado en todas las unidades que hemos conducido, el espejo del lado del acompañante produce más ruido que el otro. De hecho, este espejo vibra de una forma considerable al pasar de 100 km/h. Además, al presionar ligerísimamente la puerta hacia el exterior, entra el aire y la sonoridad interior aumenta notablemente.