Audi especifica en el manual del coche que es preferible la gasolina de octano 98, que puede funcionar con 95 y que, en ese caso, en ciertas condiciones puede haber una disminución de las prestaciones. En principio, esto aumenta el coste por kilómetro porque la gasolina de octano 98 es muy cara.
Puede que en condiciones muy desfavorables (presión y temperatura altas) haya esa diferencia de prestaciones a favor de la de 98. Si el coche lleva gasolina de octano 95 en ese caso y se producen detonaciones, el control electrónico del motor retrasa el encendido (más información). Sin embargo, el A4 FSI tolera gasolina de 95 perfectamente en condiciones normales, según hemos visto.
He medido las prestaciones un día con gasolina de 98 y otro con 95, en ambos con 20°C. El resultado es que da exactamente igual una u otra, tanto en mediciones de aceleración como en las de recuperación. Las diferencias que hay son tan pequeñas como las que puede haber el mismo día en dos mediciones distintas, y ni siquiera son siempre favorables a la gasolina de 98.
En aceleración, el A4 FSI está más o menos dentro de lo normal en berlinas de su potencia, tamaño y peso, aunque está ligeramente por debajo de la media. En recuperación ocurre lo contrario, es algo mejor que la media. La caja de cambios de seis velocidades que tienen otros A4 le sentaría muy bien a este FSI, que gastaría menos con una sexta larga y —además— podría con ella porque el motor tiene fuerza.
El tacto del motor es muy bueno. Por la respuesta que tiene al acelerador, por la facilidad para subir de régimen y por un margen útil tan grande que tiene, es de esos motores que da la impresión de ser más potente de lo que en realidad es.
Salvo por un salto grande entre primera y segunda (el régimen cae 1,65 veces al cambiar), los desarrollos del cambio están bien escalonados. Va ligeramente corto; da la velocidad máxima 140 rpm por encima del régimen de potencia máxima.