Nada de lo que se emplea en los coches del Eco-Marathon Shell se puede aplicar directamente a los coches de calle. No sirven las estructuras que no cumplen con las mínimas normas de seguridad en caso de impacto, no sirven los motores de escasa potencia, sólo útiles para mover un vehículo tan ligero como los que participan en este circuito. No sirven los equipos de freno, ni la dirección, ni la ausencia de suspensiones.
Viendo estos prototipos resulta difícil de entender que sean tan grandes las diferencias con un coche de calle. No se trata únicamente de la diferencia de peso (un coche de calle es (con conductor) entre 15 y 20 veces mayor que uno de estos prototipos. También cuenta la aerodinámica, la superficie frontal, la diferencia de prestaciones de un motor y de otro, el rozamiento de las ruedas con el suelo y el incremento de rozamientos internos. Una transmisión para una potencia pequeña puede ser mucho más simple y ligera que una para una potencia 20 veces mayor.
Otra de las técnicas que no se pueden utilizar por la calle es la de ir parando el motor a cada rato, y dejarse llevar por la inercia. En estos prototipos, el motor no está en marcha más que un tres o un cuatro por ciento del tiempo.
De los coches de calle habituales, con un habitáculo para cuatro personas, el que alcanza un consumo más bajo es el Volkswagen Polo 3L. Resulta caro porque se ha destinado mucho dinero en aligerarlo y en soluciones técnicas para reducir el consumo. Aún así, consume 100 veces más que el mejor de estos prototipos. |