El reglamento distingue tres categorías básicas por el combustible: gasolina, Diesel o gases licuados del petróleo.
No hay restricciones en el motor ni en la transmisión, por lo que los participantes pueden utilizar motores de diseño y elaboración propia o motores comerciales de pequeño tamaño.
La categoría con mayor número de participantes es la de motores de gasolina. La mayoría de participantes utilizan motores de desbrozadora o similares. Lo que se suele hacer con estos motores comerciales es retocarlos y dotarlos de inyección, en el mejor de los casos. Las mejoras dependen mucho del presupuesto y muchos equipos participan con motores casi de serie, carburador incluido. Los mejores, por el contrario, tienen motores propios, con una o dos bujías y de inyección.
El reglamento permite almacenar energías (no reemplazadas de nuevo por el motor) en el vehículo, pero únicamente para tres propósitos: poner el motor en marcha, provocar el salto de la chispa en las bujías y suministrar presión a la inyección. Las dos energías permitidas son eléctrica o «neumática». Por tanto, los coches llevan batería y los que están dotados de inyección de combustible, llevan una bombona «transparente» de aire comprimido, para dar la presión necesaria al combustible en los inyectores.
El motor eléctrico de arranque, movido por la batería, sólo puede utilizarse para poner en marcha el motor de combustión.
No hay peso mínimo estipulado para el vehículo. Sí para el conductor, que no puede pesar menos de 45 kg y tampoco puede tener menos de 13 años. Es obligatoria la utilización de embrague y no puede haber ningún sistema que permita impulsar las ruedas más que por inercia del coche o por la transmisión del movimiento del motor.
Los vehículos deben ser de tres o cuatro ruedas (prácticamente todos los prototipos eran de tres ruedas). La anchura mínima es de 50 cm y la máxima de 110. La altura no puede ser superior a la anchura multiplicada por 1,25 y la distancia entre eje delantero y posterior debe ser igual o superior a 100 cm.
|