El único motor que cambia es el del T5. Su cilindrada ha aumentado de 2,3 a 2,4 litros, emplea el mismo turbocompresor que el S60R de 300 CV, y pasa a tener distribución variable también en la admisión (hasta ahora sólo la tenía en el escape).
Con estas modificaciones la potencia máxima pasa de 250 a 260 CV y el par sube de 330 a 350 Nm. También aumenta su capacidad de respuesta a bajas vueltas; a 1.800 rpm entrega un par de 305 Nm, frente a 240 Nm del modelo actual.
No es el mismo motor que tienen los nuevos S40 y V50 T5; el de estos tiene 2,5 litros, una potencia máxima de 220 CV y un par máximo de 320 Nm.
Los frenos delanteros del S60 T5 pasan de 286 a 316 mm de diámetro. Puede tener caja de cambios manual de seis velocidades o automática de cinco. La caja manual es la misma empleada hasta ahora en el S60R, con capacidad para un par máximo de 400 Nm, aunque ha recibido modificaciones para adaptarla a un vehículo con tracción delantera. La gestión electrónica de la automática ha aumentado la velocidad a la que el motor deja de suministrar par en los instantes previos a cada cambio de marcha, de forma que estos se realizan con mayor rapidez.
El único dato de prestaciones que hasta ahora ha dado Volvo se refiere a la aceleración de 0 a 100 km/h con la caja de cambios manual: 6,5 segundos.
Con la nueva gama S60 se estrena una nueva versión del chasis FOUR-C con suspensión pilotada, con ligeras modificaciones en el hardware y el software.
Esta suspensión, hasta ahora exclusiva para el R, estará disponible opcionalmente para el resto de las versiones. En las versiones R seguirá habiendo tres opciones para el grado de dureza de la suspensión (confort, sport y advance, esta última de una extremada rigidez); en el resto de los modelos sólo estarán disponibles los dos primeros modos.