Es un prototipo de vehículo de propulsión eléctrica, con una batería recargable en la red doméstica y un motor de combustión para aumentar la autonomía. Esta hecho sobre la base de un C30 y tiene varios elementos mecánicos en común con él.
El sistema eléctrico está pensado para que el coche tenga una autonomía de 100 km sólo con la energía de la batería, siempre que esté completamente cargada. En modo eléctrico, el coste de funcionamiento es un 80 por ciento menor que cuando funciona con el motor de combustión.
Si se recorren 100 km al día y se recarga la batería al máximo también diariamente, el consumo de carburante es nulo. Si se recurre una distancia mayor, el consumo global de carburante es tanto mayor cuanto más largo sea el recorrido. Por ejemplo, en un recorrido de 150 km/h, el consumo sería de unos 2,8 l lo que supone unos 1,9 l/100 km en ese recorrido. En uno de 1.000 km, el efecto de 100 km sin gastar carburante sería menor.
El motor de combustión se conecta automáticamente cuando la batería ha gastado un 70 por ciento de su capacidad. El conductor también puede seleccionar el funcionamiento del motor de combustión mediante un botón. Por ejemplo, si va a hacer un recorrido que combine autopista y ciudad, puede utilizar el motor de combustión en autopista y reservar la batería para la ciudad.
Según Magnus Jonsson, vicepresidente de investigación y desarrollo en Volvo, este vehículo «podría tener unas emisiones de bióxido de carbono un 66 por ciento inferiores a las de los mejores coches híbridos que hay en el mercado actualmente». Jonson no añade cuándo podría estar este vehículo en el mercado.
La parte eléctrica consta de una batería, un motor eléctrico en cada rueda y un generador acoplado al motor térmico. La batería es de litio, necesita tres horas para una recarga total y tiene una vida útil prevista superior a la del coche. Se puede recargar de tres maneras: conectándola a la red eléctrica doméstica (imagen), en frenada o retención (imagen) y utilizando el motor de combustión junto con el generador (imagen).
Los motores (diseñador y fabricados por PML Flightlink) están alojados dentro de las llantas. Esto tiene varias ventajas, entre ellas la reducción de perdidas por transmisión y la posibilidad ajustar el par en cada motor eléctrico para afectar a la trayectoria.
El principal inconveniente es que aumenta notablemente la masa no suspendida. El peso del motor se añade al que ya tiene la rueda; de momento, un motor eléctrico no puede reemplazar al sistema de frenos ni hay desarrollos en los que la llanta sea parte del motor.
La propulsión siempre es eléctrica, no hay una unión mecánica entre el motor de combustión y las ruedas ni ningún otro sistema mecánico de transmisión. El motor de combustión en este caso es un 1,6 de ciclo Otto, que puede funcionar con gasolina o con una mezcla de etanol al 85 por ciento.