La estabilidad del Volvo S60 es buena y es fácil circular con este coche por autovías o carreteras de curvas rápidamente pues tiene un buen aplomo y toma los virajes sin dificultad. La suspensión —que filtra muy bien las irregularidades del asfalto—, sin dejar de ser suave (al menos en las versiones atmosféricas, que son las que más he conducido) ofrece un buen compromiso entre estabilidad y confort. El peso de la versión mas básica es de 1427 kg, en carretera no se aprecia demasiado este peso y se inscribe en las curvas con facilidad (no resulta muy subvirador). El control de estabilidad (DSTC) es opción en todas las versiones y tiene un precio de 129.000 pesetas.
Los motores que más he conducido son los dos atmosféricos (de 140 CV a 4.500 rpm y 220 Nm a 3.750 rpm, 170 CV a 5.900 y 230 Nm de par a 4.500 rpm). Los dos son elásticos, resultan silenciosos y tienen bastante fuerza desde bajo régimen. El motor menos potente tiene un funcionamiento muy suave y empuja con fuerza hasta las 4.500 rpm, después y hasta el corte de inyección (a más de 6.000 rpm) no sube de vueltas con tanta alegría como el de 170 CV, que tiene un rendimiento similar a bajas revoluciones pero sube con mucha facilidad hasta el corte de inyección (a unas 6.300 rpm).