La versiones que he conducido del A4 son el 2.0 T FSI con tracción delantera y cambio manual de seis velocidades, y el 3.2 FSI con cambio manual de seis velocidades y con el multitronic. Todos ellos tenían ruedas opcionales de medida 235/45 17 con neumáticos Continental ContiSport Contact II. El recorrido de prueba aprovechable ha sido breve y casi siempre por autopista.
Los dos motores FSI que he conducido en el A4 tienen en común con otros de este tipo un tacto muy bueno del acelerador, la respuesta del motor es rápida (al margen de lo que aceleren, que es otra cosa).
A diferencia de otros motores FSI, estos dos parecen tener mucha fuerza a todo régimen. El motor turboalimentado de 2 l de cilindrada me parece excepcional, a falta de medir prestaciones (los motores con buen tacto de acelerador pueden engañar). De hecho, no creo que —hasta una velocidad más o menos normal— el A4 de seis cilindros atmosférico sea mucho más rápido que el cuatro cilindros turboalimentado (56 CV y 115 kg de diferencia).
No he tenido ocasión de probar a fondo el cambio. En los dos casos (2.0 T FSI y 3.2 FSI) tiene el tacto característico de los cambios de Audi y, curiosamente, una palanca no del todo bien guiada de segunda a tercera.
El cambio de variador multitronic le sienta muy bien al motor 3.2 FSI; en casi todas las condiciones de circulación el es más efectivo y cómo que el manual. Cuando se pisa a fondo el acelerador, me parece que responde algo más rápidamente que en el anterior A4.
No me atrevo a asegurar que este A4 tiene un tacto claramente más ágil que el anterior, pero eso parece. Lo que sí se nota es que este A4 no tiene una suspensión más dura que el anterior, y es claramente más cómodo que el anterior con la opción de suspensión deportiva. Una de las correcciones que ha hecho el Audi en el A4 es la resistencia al calentamiento de los frenos, pero no he tenido ocasión de probarlo.
El puesto de conducción, que ya era muy bueno, ha mejorado con la posibilidad de colocarlo más bajo y con más apoyo lateral.