Nada queda demasiado cercano al cuerpo en las plazas delanteras (la puerta, el techo, la consola o la parte baja del salpicadero) y el recorrido longitudinal de asiento es largo. En las traseras el único problema lo puede dar la altura. Una persona de 1,80 m da con la cabeza en el techo en las plazas laterales. En la plaza central, que tiene un resalte en el asiento, hay que medir menos de 1,60 m para no dar con la cabeza. Además de poca altura, la plaza central tiene el inconveniente de que falta anchura entre las hebillas de los cinturones; sólo puede ir cómodo un niño o alguien muy pequeño.
Renault declara sólo 430 litros de maletero, pero no dice cómo está hecha esta medición. No parece que sea tan pequeño, ni falla claramente en ninguna de las tres dimensiones. El borde de carga está un poco alto (71 cm) y el suelo del maletero lejos de ese borde. El respaldo trasero está dividido en dos partes (60/40) que se pueden abatir independientemente; la banqueta está fija. Al abatir el respaldo, no queda un fondo plano, sino que hay un escalón y la mitad del maletero queda en un plano inclinado.
Hay varios huecos repartidos por todo el coche. Sin embargo, no hay cerca del conductor un buen sitio para dejar cosas pequeñas (llaves, monedas, teléfono o mando del garaje). Para hacerlo hay que recurrir a la guantera ente los asientos o al hueco en la puerta, dos espacios que no son muy accesibles y que resultan demasiado grandes (obligan a rebuscar si se llevan varias cosas pequeñas). Hay un pequeño espacio bajo el volante, pero tiene un borde bajo y las cosas se caen.
El puesto de conducción tiene un par de inconvenientes pequeños y uno grande. Los pequeños son: uno, que las personas más altas y los que conduzcan muy incorporados no ven la parte alta de la instrumentación (incluido el testigo de funcionamiento del control de estabilidad). El otro, que la visibilidad hacia atrás es algo reducida porque la parte trasera es alta y los montantes grandes.
El inconveniente grande es un asiento muy blando. En trayectos cortos o medios (digamos una hora al volante) no necesariamente es incómodo. Por encima de ese tiempo puede hacer que la espalda o los muslos se resientan. Por ser blando, además, sujeta muy poco el cuerpo, lo que obliga a hacer fuerza en las curvas para sujetarse. Para el conductor puede ser molesto, aunque tienen el volante, un buen apoyo para el pie izquierdo y la consola para apoyarse (además de que puede prever mejor las curvas); para el pasajero delantero puede ser aún más incómodo.
La ventilación funciona muy bien, pero el climatizador me parece superfluo en este caso. Aun cuando he hecho recorridos en condiciones que favorecen la temperatura constante (cielo nublado y temperatura fresca), el climatizador tendía a usar velocidades del ventilador demasiado altas. No es un problema grande, porque el ventilador es muy silencioso incluso en las velocidades más altas pero, si hay que hacer correcciones a mano, mejor ahorrarse las 95.932 pesetas que cuesta como opción (es de serie en el Expression). Con o sin climatizador, el Laguna tienen una buena capacidad para renovar el aire sin producir fuertes corrientes; las salidas de ventilación están muy bien colocadas. Con el climatizador hay un sistema de recirculación automática de aire, que es sensible al monóxido de carbono (inodoro) y los óxidos de nitrógeno.
En el Laguna hay un progreso en la ergonomía del puesto de conducción con relación a otros Renault. Salvo por el mando de distribución de aire del climatizador, que obliga a mirarlo un rato hasta encontrar el punto adecuado (no ocurre en la versión sin climatizador), es de los coches que requieren apartar poco la vista de la carretera.
El cuentakilómetros es casi exacto, el velocímetro tienen un error de un 4% en exceso y los datos que da el ordenador sobre el consumo, o son exactos, o sólo tienen un error de unas dos décimas de litro en defecto.