Siempre que acudo a un desguace, pienso en los coches que hay allí cuando fueron nuevos. Pienso en el esfuerzo que quizá tuvo que hacer una persona para comprarlo, en su ilusión cuando le confirmaron que podía ir a recogerlo, en su orgullo cuando se lo enseñó a sus familiares o amigos. Pienso en las historias que puede haber en cada una de esas chatarras.
Ustedes, queridos lectores ¿dirían que ese coche hoy achatarrado es el mismo coche que salió aquel día del concesionario? Para que efectivamente lo sea ¿no le tendríamos que adjudicarle una esencia que permanece en él aunque esté desguazado, sus cristales rotos y su chapa oxidada? ¿De qué naturaleza es esa esencia?
No sé qué son las cosas. Tampoco sé qué quiero decir cuando digo que algo existe. Es un problema semejante al que expone esta lectora en una carta que titulo:
La existencia, esa molesta cualidad
Estimado señor Solo
No sé a quien preguntarle esto, así que se lo preguntaré a usted por si acaso.
Si voy a Sant Pere Pescador ¿estará el bar de Santi? ¿estará Talleres Semprún? ¿estará el barco? ¿estará el Simca Rallye?
¿Estará él?
Lo he dibujado muchas veces; en mis dibujos siempre está pensando o sonriendo. Es de esas personas altas que lo parecen menos porque se encorvan cuando hablan con alguien de menor estatura. Tiene la mirada reflexiva y sosegada que dan los ojos casi escondidos bajo los párpados superiores. Pero a esa mirada suave la traicionan dos cosas: una sonrisa de cómplice y un flequillo que sigue siendo de niño malo aunque está lleno de canas.
También lo he escuchado muchas veces. En su voz hay algo del sonido que sale al agitar una lámina metálica por uno de sus extremos. Se parece a eso en el timbre y también en que, cuando sacudes la lámina, nunca sabes como será el sonido. Me lo imagino muchas veces cerca de la playa, hablándome enfáticamente con su abundancia de pleonasmos y retruécanos.
Me gustaría llevarle un sindi-sindi de repuesto para el Simca, pero no tengo ni la más remota idea de lo que es y no sale en el Google. En el Google he mirado lo que es un Simca Rally y me parece horroroso. Alguien a quien le gusta algo así tiene que ser necesariamente una persona muy interesante.
Lo que sí he encontrado son unos versos de Los Inhumanos, poco inspirados y menos alentadores, en una canción titulada «Qué difícil es hacer el amor en un Simca 1000»:
Pon tu pierna aquí yo la pondré allá
tendremos que abrir la puerta de atrás.
El volante me vuelve a fastidiar
ese no es el pito que debes tocar.
Quiero ir, señor Solo. Quiero tirarme con él en paracaídas, asistir a la botadura del barco, enterrar el cofre. Quiero ver lo que el ve y tocar lo que el toca. Y también quiero sugerirle a Irene, la pastorcilla de Ampuero que hizo un curso de soldadura en Sestao, lo que puede hacer con el electrodo.
¿Voy señor Solo?
Él ¿existe?
Catalina Casquillo.
Mi querida Catalina:
Si usted lee lo que él hace, si participa de sus alegrías y sus disgustos, si lo ha dibujado, si lo ha escuchado ¿no ha de existir?
Ahora bien ¿en que sentido existe? No es que sean muy brillantes, pero hay unas palabras de Days of the New que vienen al caso: «nada es real, pero es real si tu quieres que lo sea» (cita). Él existe en ese sentido y se lo digo por experienciaes el mejor sentido posible para existir.
¿Ha estado usted alguna vez en un desguace? Allí verá montones de coches que existen, de los que se podría decir que «no son lo que eran». En un desguace puede ver lo que hace cierto tipo de existencia con las cosas. Compare usted esa chatarra con el coche que perdura en la memoria de su dueño el día que lo sacó del concesionario.
¿Ansía usted algo más carnal que pleonasmos y retruécanos imaginados? Bien, consígalo de cualquier otro. No lo necesita a él para eso.
Hay exceso de carne mi querida Catalina. El matrimonio es una institución que se concibió cuando la esperanza de vida era unos 30 años. Figúrese cómo la excesiva existencia de hoy puede amancillar cualquier contacto hasta llevarlo al desguace ¿Es eso lo que quiere para él?
Mi consejo para usted es que vaya a Sant Pere Pescador, porque lo peor que puede ocurrir es que lo encuentre.
En tal caso, le conviene saber que el sindi-sindi es la parte más importante del coche: sirve para que los efectos sigan a las causas. Ciertamente resulta difícil de localizar, pero convendrá usted conmigo en que algo con esa función necesariamente tiene que existir. |