Hemos probado las dos versiones del XC60 Recharge. La T6 es ideal para quien quiera un coche cómodo por suspensión, con un habitáculo bien asilado del ruido y una dinámica en curva segura y convencional. Con la versión T8 uno no se pone a los mandos de un deportivo ni mucho menos, pero sí se nota el efecto y la calidad de los amortiguadores Öhlins: dan un tacto de conducción mucho más preciso y directo sin pérdida sensible de confort a pesar de su mayor firmeza. El T8 tiene una respuesta más viva e inmediata a los movimientos del volante y a los que quieran sentir un ápice de «deportividad» les satisfará más.
Las dos versiones disponen de potencia sobrada para maniobrar con mucha rapidez. Lo que no termina de «emocionar», especialmente en el T8 por ese enfoque prestacional que Volvo le ha querido dar, es el sonido del motor de combustión (el eléctrico apenas se siente). Es contenido, apagado y convencional, parecido al de la versión B4 de gasolina de 197 CV. Muy vulgar.
Hay cinco modos de conducción: Hybrid (el coche decide cómo y cuándo utiliza el motor eléctrico y el de combustión), Power (el motor de combustión siempre está encendido para proporcionar las máximas prestaciones), Pure (solo motor eléctrico, si hay carga en la batería), Off-Road y Constant AWD (en estos dos últimos modos ambos motores están permanentemente activos, pero el primer modo está enfocado a un uso por caminos y el segundo, por carreteras). Para hacer el cambio de uno a otro no hay un botón en la consola y hay que recurrir irremediablemente a la pantalla central.
En modo Pure (eléctrico) el XC60 Recharge se mueve sin problema en ciudad. En autopista también siempre y cuando la carga de la batería esté por encima del 50 %. Cuando se traspasa ese límite, la disponibilidad de la potencia del motor eléctrico se reduce a entre un 50 y un 75 % aproximadamente y si la carretera se vuelve pendiente arriba, es muy probable que no seamos capaces de mantener 120 km/h.
La autonomía en autopista yendo a 120 km/h, con dos personas a bordo y el climatizador conectado es de unos 45 kilómetros. No hemos hecho un recorrido urbano lo suficientemente extenso ni en las condiciones adecuadas para obtener un resultado fiable, pero creemos que en esas circunstancias será fácil recorrer unos 60 km con una carga completa.
Cuando la batería se agota, el coche pasa automáticamente al modo Hybrid. El consumo de carburante a partir de ese momento es muy elevado, al menos en autopista. Cumpliendo con los límites de velocidad, no es extraño leer en el cuadro de instrumentos cifras en torno a 9,0 l/100 km o superiores. Puede que las ruedas de la unidad de prueba (265/35 R22 las cuatro) influyera, pero las de serie tampoco son mucho más pequeñas (255/45 R20).
Para la gestión de la batería hay tres programas: Automático (uso normal, la batería se va descargando a medida que circulamos), En espera (sirve para mantener la batería a un nivel de carga determinado) y Carga (sirve para cargar la batería). Activar cualquiera de los dos últimos programas implica utilizar el motor de gasolina para mantener o carga la batería, por lo que el consumo de carburante se incrementará.
El XC60 Recharge dispone de la función «pedal único», que permite detener el coche sin pisar el pedal del freno. Es sencillo hacerse a su funcionamiento y resulta cómoda en conducción urbana. En autopista es mejor desactivarla —para lo cual hay que seleccionar una opción en la pantalla central llamada «Superlenta»— y así el coche avanzará más metros por su inercia.