Ya está a la venta el Renault Laguna 2.0 IDE, que está dotado de un motor de 1.998 cm³ e inyección directa, con una potencia de 140 CV. Se vende con carrocería de cinco puertas o familiar «Grand Tour», a partir de 22.760 €. El precio es más alto que el de otros modelos de tamaño y potencia semejante, pero también lo es el equipamiento.
El nuevo motor mueve el Laguna con soltura, si bien por debajo de 4.000 rpm no tiene demasiada fuerza. A partir de 4.000 rpm, en cambio, el motor resulta enérgico y consigue buenas prestaciones. Compensan esta falta de respuesta a menos de 4.000 rpm unos desarrollos de transmisión tirando a cortos, de tal forma que la velocidad máxima se alcanza en 5ª velocidad a casi 6.000 rpm, 500 vueltas por encima del régimen de potencia máxima.
Las cifras homologadas sitúan el consumo en recorrido mixto en 7,9 l/100 km. De todas las berlinas de tamaño semejante al Laguna, con una potencia máxima entre 130 y 150 CV, sólo hay tres que gasten menos: el Citroën C5 HPI, el Toyota Avensis D4 (ambos con inyección directa) y el BMW 318i (que es el que menos gasta). Durante el recorrido que hice con él, a buen ritmo en una carretera virada y con frecuentes reducciones a 4ª y a tercera para adelantar, el ordenador del coche marcó cifras superiores a los 12 l/100 km. En autovía, a un crucero de 140 km/h, el ordenador marcó más de 10 l/100 km.
Llevar este motor continuamente en la zona alta del cuentavueltas es muy sencillo, porque el cambio permite pasar de una marcha a otra con rapidez y precisión. Los pedales están bien situados y, en conjunto, el manejo del cambio resulta agradable y eficaz. En parte a causa de los desarrollos cortos, es ruidoso, especialmente al pisar enérgicamente el acelerador.
El Laguna que más he conducido es el 1.6. Lo que más me ha sorprendido de este IDE, con relación al 1.6, es que los asientos no son tan blandos. Según los responsables de Renault no ha cambiado nada y sólo dispone de asientos más duros la versión Dynamique, independientemente del motor que lleve. He probado la Privilege y los asientos tenían otra forma y otra dureza. Si se ha cambiado en toda la gama, la mejora será evidente, porque el asiento que probé yo en el 1,6 era excesivamente blando.
La suspensión del Laguna 2.0 IDE es poco enérgica. Resulta menos blanda que en el 1.6 que probé, pero el resultado del 1.6 me gustó más que el del 2.0 IDE. En el 1.6 el motor nunca ponía en aprietos al chasis ya pesar de lo blando que iba el coche, el guiado era casi perfecto. El 2.0 IDE también va muy bien, pero la suspensión rebota más y el conjunto no resulta tan logrado.