El coupé 407 no es un deportivo, porque carece de algunas de las reacciones propias de este tipo de coches; pero, a pesar de su tamaño y peso, es un coche ágil. Se deja llevar rápidamente con facilidad porque sigue con precisión la trayectoria que se le marca con el volante y su estabilidad es muy alta.
La versión con este motor tiene de serie una suspensión con amortiguadores controlados electrónicamente. Se pueden seleccionar dos programas, uno automático y otro deportivo. Este último da mayor firmeza a la suspensión, contiene mejor los movimientos verticales de la carrocería y hace que la respuesta a los cambios de dirección sea un poco más rápida.
En vías rápidas mantiene bien la trayectoria independientemente del estado del firme, incluso si el coche está muy apoyado. Si el asfalto está muy roto es preferible no llevar activado el programa deportivo de la suspensión porque de este modo sus reacciones son más suaves. La aerodinámica parece buena porque a alta velocidad no se oyen ruidos aerodinámicos y el parabrisas se ensucia menos de lo normal.
En carreteras con curvas de segunda o tercera velocidad, resultará satisfactorio para la mayoría. Entra con facilidad en las curvas y una vez en ellas mantiene la trayectoria sin problemas. Ante curvas enlazadas se nota perezoso.
La capacidad de tracción es muy buena y es difícil que las ruedas patinen, incluso acelerando intensamente al salir de una curva con el firme muy bacheado. Los neumáticos eran unos Pirelli Pzero Nero que, como en otras ocasiones, me han parecido muy recomendables por la adherencia que proporcionan.
El coupé 407 es, hasta cierto punto, un coche sensible a la deceleración en curva, ya que permite colocarlo ligeramente al ahuecar con el coche apoyado. La corrección es muy progresiva y de pequeña amplitud, ya que el control de estabilidad se encarga de que no vaya a más. Este dispositivo no se puede desconectar por encima de 50 km/h.
El motor agradará más a quien valore el confort por encima de las sensaciones porque carece de tacto deportivo. Los dos aspectos que más lo caracterizan son la suavidad de funcionamiento y la falta de fuerza por debajo de 2.000 rpm. Esto último se nota, sobre todo, al tratar de incorporarse a una carretera o una glorieta desde parado o muy baja velocidad; al hacerlo, hay que anticiparse para no obligar a frenar a los otros conductores.
Las prestaciones son discretas. Un Alfa Romeo 159 2.4 JTD, que tiene un peso parecido y un motor de potencia similar (200 CV), es claramente más rápido que este Peugeot. De los coches con carrocería cupé, un Alfa Romeo GT 1.9 JTD de 150 CV alcanza unos valores similares de aceleración y recuperación.
Hemos obtenido unos buenos valores de consumo, teniendo en cuenta la potencia máxima y peso del coche. Por autovía, a una velocidad media de 131 km/h, ha gastado menos de 8 l/100 km. Por ciudad, realizando una conducción normal, es fácil no superar los 12 l/100 km.
El motor va acoplado a una caja de cambios automática de seis velocidades con tres programas de funcionamiento: normal, deportivo e invierno. Su funcionamiento en el modo deportivo me ha parecido muy bueno porque casi siempre selecciona la relación más adecuada a cada situación. Las marchas también se pueden seleccionar manualmente mediante toques longitudinales sobre la palanca.
La dirección varía su asistencia en función de la velocidad del vehículo. Hay coches en los que la diferencia es inapreciable; no es el caso del coupé 407: a baja velocidad, la asistencia es grande y el volante se gira sin esfuerzo, lo que facilita las maniobras en ciudad. Por carretera, se endurece notablemente evitando de este modo que sea muy sensible.
Nuestra unidad tenía un tacto malo del pedal de freno. Al principio del recorrido no frenaba y hacía falta pisar con más fuerza de lo normal. Las pruebas de frenado que realizamos han mostrado que no se detiene en una distancia excepcional, a pesar de la generosa medida de los neumáticos 235/45ZR18. Posiblemente el tacto y las distancias de frenado sean mejores en otras unidades.