No puedo negar que el BMW X5 me ha gustado. Había escuchado buenas críticas del nuevo vehículo y he podido comprobar en esta primera toma de contacto que son ciertas. A pesar de su aspecto de todo terreno, BMW ha bautizado al X5 como un «SAV» (Sport Activity Vehicle) o «Vehículo para Actividades Deportivas y de diversión».
A simple vista, el BMW X5 parece un todo terreno de lujo pero está hecho principalmente para carretera. De hecho BMW afirma que es una berlina familiar, con aptitudes de todo terreno. Tiene un chasis monocasco y prescinde del doble larguero con travesaños que configura habitualmente el bastidor en los todo terreno, lo cual aporta sus ventajas en materia de seguridad pasiva.
El nuevo BMW X5 con tracción total deriva de la Serie 5 (aunque tiene una carrocería e interiores completamente distintos) y llegará al mercado español en el mes de septiembre, si bien los primeros pedidos se podrán realizar desde principios de verano.
Dos motores de gasolina, 3.0 de seis cilindros en línea con 231 caballos y 4.4 V8 con 286 caballos, serán los primeros en aparecer, mientras que la versión 3.0 turbodiesel con 184 caballos de potencia no se comercializará en España hasta el año 2001.
Con motores tan potentes, las prestaciones son muy buenas para unos modelos de su peso y tamaño (hasta 230 km/h de velocidad máxima), aunque también el consumo medio de los X5 es más elevado (13,9 litros/100 kms en el X5 4.4).
En seguridad, BMW ha dotado a los X5 con todos los avances tecnológicos aplicados en sus berlinas. Recurre a un eficaz sistema que integra el control de estabilidad, de tracción y de frenada, suspensión independiente en las cuatro ruedas y múltiples airbags en las plazas delanteras y traseras.
El X5 3.0i costará 7.600.000 pesetas y el 4.4i 10.400.000 pesetas, ambos con transporte, IVA e impuesto de matriculación incluídos.