El coche es el segundo bien en el que los españoles gastamos más dinero. El primero es la casa. Destinamos mucho esfuerzo a pagar el coche y habitualmente lo utilizamos poco.
Entre semana, poca gente utiliza el automóvil más de dos horas al día y, probablemente, más de la mitad del parque español esté parado durante más de 23 horas cada día. A esa bajísima tasa de utilización hay que añadir que casi nunca se lleva cargado hasta el límite de su capacidad. Normalmente apenas si se ocupa el 25 por ciento de espacio o peso. Es decir, la segunda partida de nuestro presupuesto personal la gastamos en un bien que utilizamos en torno al cinco por ciento del tiempo disponible y a menos de media carga. El coche es, desde el punto de vista económico, un recurso mal utilizado.
Las empresas de coches, que tanto dinero gastan en publicidad para convencernos, por ejemplo, de que vale la pena comprarse un coche para admirarlo aparcado en la calle, nunca comprarían los robots para tenerlos de adorno en la puerta de la fábrica. Pasa incluso en los salones. Algunos de los automóviles expuestos son maquetas (muchos de los de competición, por ejemplo), porque no sale rentable acabar la parte mecánica para un coche estático.
Si se hacen menos de 7.000 km al año, es muy posible que no compense (económicamente) tener un coche en propiedad, con todos los gastos de seguro, revisiones, aparcamiento, averías, lavado y combustible. Es imprescindible estudiar caso por caso para conocer qué resulta más conveniente a la economía doméstica, pero está claro que hay que utilizar muchos taxis para gastarse unas 350.000 pesetas al año (el cálculo está realizado a 50 ptas/km y 7.000 km/año), más imprevistos, y las probables 150.000 pesetas de aparcamiento. Cuantos menos kilómetros se hagan más aumentará el coste por kilómetro, por lo que resultará todavía más dudosa la utilidad del gasto.
Cuando haya necesidad de realizar un viaje largo, se alquila el coche que mejor se adecue a las necesidades de ese viaje (enorme si hace falta, para transportar todos los bultos). Y aun así, alquilando un coche carísimo dos días para ir y dos para volver, se podrían conseguir ahorros notables. Y sin imprevistos de averías o costes adicionales de chapa y pintura.
Esta mejor utilización de los recursos, ampliaría el mercado de taxistas y flotas de alquiler. Un mercado más grande es más eficiente y por tanto se reducirían los costes de la utilización de estos servicios. Todos los coches se utilizarían más tiempo y habría menos unidades en las calles, por lo que se circularía mejor y se ganaría tiempo (factor fundamental para la rentabilidad). En taxi, además, no se pierde tiempo para aparcar.
Hay más opciones para ahorrar. Comprar un coche entre varios, de tal forma que mediante pequeños traslados en transporte público de unos y otros para acercarse hasta el coche, el auto esté muchas más horas rodando y se amortice más rápidamente. Otra posibilidad es comprar un coche pequeño para utilizarlo por ciudad, y alquilar uno grande para el traslado y el regreso al lugar de las vacaciones.
Tener un coche en propiedad suele resultar carísimo. Puede tener sentido económico en múltiples casos, pero es seguro que en muchas ocasiones ni siquiera se analiza lo caro e incómodo que resulta tener un coche que hay que aparcar, lavar, llevar a revisar, conducir por atascos y reparar. La opción de comprar los servicios de empresas (taxis, alquiler) puede resultar rentable, más cómodo y contribuir a mejorar el tráfico y la falta de plazas de aparcamiento. |