Un científico norteamericano se ha propuesto hacer previsiones sobre el tráfico y asegura que puede hacerlas con la temperatura de la carretera. Como el hombre del tiempo, pero del tráfico. En lugar de medir la presión atmosférica, la velocidad de los vientos y la temperatura, este buen hombre quiere medir con termómetros incrustados en el asfalto cómo sube la temperatura del entorno, a causa del paso de los coches. Y con estos datos, analizando los ciclos, pretende poder calcular en pocos meses qué carreteras estarán vacías mañana y cuáles llenas.*

La previsión no es nada sencilla y no sólo por el método calenturiento empleado. La incongruencia es total. Hoy anuncian por la tele: "mañana la entrada a Sevilla por la nacional cuatro estará desierta. En cambio, la carretera que entra en Sevilla desde Alcalá de Guadaira estará imposible. Lo que tienen que hacer ustedes es desviarse hasta Dos Hermanas y entrar por la A4, que viene desde Jerez. No encontrarán ni un solo coche".

El estupefacto televidente, o radioescucha, que a la mañana siguiente tuviera que ir hasta el cinturón que circunvala Sevilla, se quedaría patidifuso. "Si me dicen que vaya por la A4 que viene vacía desde Jerez, todo el mundo irá a la A4, por lo que se pondrá de bote en bote. Claro que, si todos piensan como yo, igual no van a la A4y sí va medio vacía. En fin, que no sé por dónde ir"

A ocho kilómetros por hora

Todas las mañanas cuando vamos a trabajar, sin necesidad de hombre del tráfico, las dudas son las mismas. ¿Por dónde ir, para que no haya atasco? En Madrid es un tormento. Espero que en Sevilla tengan más suerte. Para llegar a la redacción de km77.com, las medias de velocidad que alcanzamos se sitúan entre los siete y los diez kilómetros por hora (salida y entrada del garaje incluidas, por lo que no perdemos ni un minuto en busca de sitio para aparcar). Repetimos la medición siempre que cogemos un coche. En el casco urbano madrileño, resulta imposible superar una media de veinte kilómetros por hora, ni siquiera en días festivos. Lo habitual es conseguir una velocidad de entre ocho y quince km/h. Son velocidades ridículas, difíciles de acelerar.

Todas las carreteras están igual de llenas y no parece que haya soluciones satisfactorias. El transporte público, los famosos túneles del alcalde madrileño, las radios que avisan de dónde se producen los atascos son intentos por mejorar la situación. El transporte público permite leer mientras le conducen a uno, si encuentra sitio para sentarse. Se pierde menos el tiempo. No es poco.

Las bicicletas no tienen por qué ser sólo para el verano, pero con este humo a ver quién pedalea por las cuestas. Y encima con el cargo de conciencia de despistar al científico norteamericano, cuyo método no parece que pueda servir en las calles de Ámsterdam. Ni en las de otros lugares, aunque The Economist le haya dedicado un artículo en su último número del año 99. Quizá fuera la inocentada de una publicación muy seria.

*(Sería divertido que para el análisis de estos índices de los atascos sirvieran también las ondas de Elliot, los números de Fibonacci y las figuras hombro-cabeza-hombro de las que nos hablan los analistas técnicos de mercados en bescos.com. Como muchos analistas de bolsa reniegan de el análisis técnico de los gráficos, quizá podamos encontrarles una nueva utilidad. No se puede desaprovechar nada.)