Cuando probé el anterior 508 escribí lo siguiente: «no es una berlina que sobresalga por ser especialmente suave y confortable … parece que su interior no está perfectamente bien aislado del ruido de rodadura … la dirección nos ha parecido dura para maniobrar». Estas apreciaciones siguen siendo válidas para el Peugeot 508 modelo 2015.
La diferencia de suavidad de marcha entre un 508 y un Ford Mondeo es evidente. En el Peugeot se nota más la aspereza del asfalto, que llega en forma de muy pequeñas vibraciones (y, en menor medida, ruido). Estas vibraciones se perciben en el volante y los asientos. Eso no quiere decir que el Peugeot sea un coche incómodo o poco recomendable para viajar, en absoluto, pero esta diferencia de suavidad resulta evidente cuando uno se baja de un modelo y a continuación se sube en otro. El Ford Mondeo es uno de los coches más silenciosos y suaves de la categoría; incluso más que algunos más costosos. Si por ejemplo comparamos el Peugeot 508 con el Volkswagen Passat, las diferencias claramente.
En cierto modo, el Peugeot tiene tacto deportivo. Esta impresión la tengo porque la dirección es dura, la suspensión es firme y puede cambiar de dirección con agilidad incluso en los giros más cerrados. Da una excelente impresión de control en todo tipo de circunstancias. Otros coches modernos de la competencia también resultan muy satisfactorios de conducir en casi cualquier circunstancia (como el Ford Mondeo, el Hyundai i40 o el Volkswagen Passat), pero el 508 ofrece un punto más de agilidad y posiblemente mejor tacto de dirección.
La dirección del 508 es de asistencia electro-hidráulica, una solución que cada vez se usa menos frente a la asistencia completamente eléctrica. A algunos conductores les puede parecer excesivamente dura (para los estándares actuales) cuando hay que maniobrar a baja velocidad. A la relativa dureza de la dirección se añade que hay que mover mucho el volante a la hora de aparcar en lugares pequeños o cuando hay que manejarse por sitios con poco espacio porque este coche gira poco; de hecho, en ocasiones es necesario hacer una maniobra más que con otros coches de tamaño parecido (por ejemplo, un Volkswagen Passat).
La única suspensión posible para todos los Peugeot 508 es de dureza fija (no controlada electrónicamente como pueden tener algunos de sus rivales). Me parece que da un resultado muy bueno. No la es especialmente confortable pero sí es adecuada para un viaje tranquilo en familia; además, da al coche un ligero tacto deportivo.
El motor Diesel de 150 caballos tiene cualidades muy buenas. Quizá la mejor de todas es su bajo consumo de carburante. En el recorrido habitual que usamos como referencia (que es un trayecto de ida y vuelta de 143,3 km por una autopista con fuertes pendientes y a una media de 120 km/h), ha gastado 5,4 l/100 km. Eso es menos que todos los coches comparables que han pasado por km77.com. También hemos obtenido consumos muy bajos en otras circunstancias y otro tipo de vías. La impresión que me ha quedado de este Peugeot 508 respecto al consumo, es que es fácil gastar poco sin necesidad de que las circunstancias sean favorables o la conducción muy suave.
Otro aspecto muy positivo del motor es su buena respuesta, tanto cuando se busca la máxima aceleración posible como cuando se solicita ganar velocidad desde marchas largas. Según nuestras mediciones, su capacidad máxima de aceleración ha sido ligeramente mejor que la de algunos rivales de potencia parecida, como un Mazda 6 Sedan SKYACTIV-D 150 CV o un Honda Accord Sedan 2.2 I-DTEC 150 CV, sin bien las diferencias no son muy grandes.
También ofrece buena respuesta en marchas largas, incluso desde pocas revoluciones. Gracias a esta buena entrega de potencia, la conducción es muy cómoda porque siempre, o casi siempre, responde bien al acelerar aunque no se preste mucha atención al cambio de velocidades. Por ejemplo, el motor 2.0 TDI de 150 que utiliza el Volkswagen Passat tiene peor entrega a muy bajo régimen y, además, sube de régimen con más dificultades por encima de 4000 rpm.
El ruido en el interior procedente del motor no es escaso, así como tampoco lo son las vibraciones. No es uno de los motores más silenciosos del mercado, pero salvo que se sea muy sensible a este tipo de ruido y vibración, creo que será un hecho con poca importancia.
La versión con el motor Diesel de 181 CV (llamada BlueHDi 180 por Peugeot) va asociada al cambio automático de seis relaciones. Como ocurre con el de 150 CV, la respuesta es buena desde pocas revoluciones. De hecho, antes de que la aguja marque 1500 rpm ya comienza a empujar con fuerza.
Curiosamente, sus prestaciones han sido peores que las que medimos al Diesel de 31 CV menos. En la medición de aceleración de 40 a 80 km/h el de 150 CV ha sido dos décimas más rápido (3,9 s frente a 4,1 s) y en la de 80 a 120 km/h la diferencia es de cuatro décimas (6,4 y 6,8 s). Comparando ambas versiones con las de la competencia se observa que se juntan dos cosas, por un lado, que el de 150 CV ha sido especialmente rápido para su potencia y que el de 181 CV, sin destacar por lento, no consigue unos tiempos brillantes.
El cambio automático es de convertidor hidráulico de par. Es un buen cambio por suavidad y suficientemente rápido. Da la impresión que, en ocasiones, el convertidor resbala mucho. Principalmente ocurre al incorporarse en un cruce a baja velocidad; el cambio selecciona segunda, el motor se queda girando a 2000 rpm mientras que el coche gana velocidad.
El consumo en nuestro recorrido comparativo ha sido, 5,9 l/100 km, un trece por ciento superior al del 508 de 150 CV. Es un resultado peor que el de un BMW 320d 184 CV y un Mercedes-Benz Clase C Diesel de 170 CV (5,4 l/100 km, en ambos casos).