El 1007 tiene los movimientos característicos de un monovolumen. Es decir, por su mayor altura respecto a un turismo se balancea más que éstos y es un poco menos ágil.
En general está bien amortiguado y resulta confortable porque al pasar por baches no trasmite movimientos bruscos a los ocupantes, excepto si hay irregularidades de pequeña frecuencia en la calzada. Cuando esto sucede, no es capaz de absorberlas correctamente si se circula a un ritmo ágil; si este tipo de irregularidades se encuentran en curva es necesario corregir la trayectoria con el volante.
En carreteras lentas, si lo comparamos con otros monovolúmenes de pequeño tamaño, creo que está muy próximo por cómo va al Renault Modus (prueba del Renault Modus 1.4 16v). Un Mitsubishi Colt (prueba del Mitsubishi Colt 1.1 12v) o un Fiat Idea (prueba del Fiat Idea 1.4 16v) balancean más y reaccionan más lentamente. Un Mercedes-Benz Clase A (prueba del Mercedes-Benz A 180 CDI) también me parece menos ágil que este Peugeot.
Por vías rápidas, tipo autovía, no va también como el Mercedes-Benz pero resulta igual de cómodo y estable que el Modus. A pesar de lo que pueda parecer por la forma de la carrocería, las ráfagas de aire, cuando inciden perpendicularmente a la trayectoria, se notan menos que en otros monovolúmenes (como el Mitsubishi Colt).
La dirección eléctrica me ha gustado porque en parado o a poca velocidad está muy asistida, lo que resulta muy cómodo para maniobrar por ciudad. A más velocidad se endurece lo suficiente para no resultar pesada ni excesivamente sensible.
El cambio de marchas queda muy a mano y su manejo es correcto. No es un cambio rápido pero resulta agradable de utilizar. La quinta tiene un recorrido algo largo que obliga a estirar más de lo deseable el brazo.