En este texto comentamos las diferencias entre el GLC 2019 y el modelo-año 2016. La información sobre el habitáculo en lo referente a su amplitud y funcionalidad se puede consultar en la prueba del GLC 2016, dado que sigue siendo válida.
Como en otros modelos de Mercedes-Benz, en el salpicadero hay dos pantallas, aunque en el GLC no están colocadas una a continuación de la otra, como en el Clase A, sino separadas —imagen—. La que está justo por detrás del volante tiene un tamaño de 12,3 pulgadas; la que está en el centro de la consola puede ser de 7 o de 10,25 pulgadas. La información que se muestra en las dos pantallas se ve perfectamente. Los gráficos son nítidos y fáciles de interpretar. La del sistema multimedia es táctil, pero también se puede manejar desde los manos que hay en el radio derecho del volante (imagen), desde el que existe en la consola entre los asientos (imagen) o mediante órdenes de voz.
Este último método funciona relativamente bien y, en mi opinión, mejor que en el resto de marcas. Basta pronunciar «Hola (o Hey) Mercedes» seguido de una instrucción para que obedezca. No es necesario aprenderse las frases concretas dado que el sistema MBUX reconoce expresiones de la misma manera que lo hace Alexa, Google o Siri. Por ejemplo, a la expresión «Hola Mercedes, tengo calor», el sistema responde bajando la temperatura del climatizador de ese lado.
Hay un sistema que reconoce los movimientos del conductor y acompañante, de tal forma que, cuando estos acercan sus manos a la pantalla, cambia la representación de los menús resaltando o aumentado algunos elementos de uso frecuente. Hay una función opcional del navegador que Mercedes-Benz denomina «de realidad aumentada». Consta de una cámara ubicada delante del espejo retrovisor interior que se encarga de tomar imágenes de lo que hay por delante del coche. Dichas imágenes aparecen en la pantalla central complementadas por las indicaciones que da el sistema de navegación. En ocasiones es de ayuda y en otras cuesta entender la señal.