En 2020 se cumple el 20 aniversario del lanzamiento del BMW Z8. A continuación está el texto y las imágenes que publicamos en su momento:
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Lo vi por primera vez en el Salón de Tokio de 1997, entonces era un prototipo denominado Z07. Ahora es el coche más exclusivo de BMW y el único fabricado artesanalmente (pincha aquí para conocer al detalle el proceso de fabricación del Z8).
El interior tiene un puesto de conducción funcional y exquisitamente revestido con cuero de napa que armoniza lujosamente esa imagen «retro» que ha heredado expresamente del BMW 507 de 1956.
Morro alargado, formas curvas y «musculosas», neumáticos de gran tamaño y un poderoso motor V8 son algunos de los elementos que caracterizan el BMW Z8.
Desde cualquier ángulo impacta con su diseño. En sólo unos segundos, apretando un botón, la capota se abate tras los asientos y deja el interior al descubierto. Giro la llave de contacto, aprieto el botón de arranque y su motor V8 comienza a embriagarme con un sonido excitante, casi «erótico». En pocos kilómetros tengo ya la sensación de que es un coche hasta fácil de conducir; su estabilidad es muy elevada. El sistema de control de estabilidad y tracción (DSC III) transmite una seguridad extra, podemos acelerar a fondo y exprimir toda su potencia sin miedo a un sobreviraje.
La cosa cambia cuando desconecto dicho sistema, hay que templar con acierto el acelerador para que la zaga no se desmande, aunque la motricidad es tan buena que realmente hay que ir buscando las cosquillas al tren trasero para provocar un sobreviraje.
La rapidez y precisión de su cambio de seis marchas invita a sacar el máximo partido al motor, aunque la elasticidad de su V8 es tan abrumadora que podemos acelerar en sexta desde 1.000 rpm y sentir un placentero empuje que no termina hasta llegar al limitador de velocidad a 250 km/h.
El cuadro de instrumentos, situado en el centro del salpicadero, resulta muy bonito pero poco práctico. Cada vez que miramos alguno de los relojes hay que girar la cabeza y perdemos la vista de la carretera. Su volante de corte antiguo es muy agradable de empuñar, la dirección es precisa y los frenos responden con enorme potencia, aunque se fatigan en una conducción muy exigente.
No faltan modernos elementos electrónicos. Entre ellos un control automático de velocidad de crucero, retrovisor interior antideslumbramiento, asientos con calefacción y reglaje eléctrico, navegador por satélite, teléfono integrado o un sistema de sonido con radio, amplificador, cargador de CD y 10 altavoces. También tiene novedosos elementos, como los faros de neón en sus intermitentes y luces traseras, o los neumáticos especiales que permiten circular durante 500 km aunque estén desinflados.
El BMW Z8 es un descapotable que permite disfrutar de una conducción deportiva, aunque resulta difícil justificar un precio que duplica al del BMW Z3 M Roadster (321 CV). No ofrece el doble de satisfacción y sí cuesta el doble.