BMW ha desarrollado un chasis autoportante fabricado en aluminio que destaca por su rigidez, ligereza y resistencia a la oxidación. Los distintos elementos de la carrocería están atornillados al chasis, pero si hay que pegar, remachar o soldar el aluminio, el Z8 deberá ser reparado específicamente en un concesionario BMW con taller especializado en este metal. El aluminio se utiliza también en los elementos del eje delantero McPherson.
Con todo esto, el peso del Z8 en orden de marcha es 1.660 kg, una cifra que sigue siendo elevada en términos absolutos. No es el único que cuenta con chasis de aluminio, pero sí uno de los pocos que recurren a este metal ligero en la mayor parte de su estructura, como el Honda NSX, Ferrari 360 Modena, Audi A8, Audi A2, Lotus Elise o Renault Spider.
Las suspensiones del Z8 son duras, mucho más que en el BMW Z3 M Roadster, lo que favorece la estabilidad en detrimento del confort. El reparto de peso está equilibrado al 50 % entre ambos. A pesar de todo, el Z8 sigue teniendo un nivel de comodidad razonable para tratarse de un deportivo descapotable y tan sólo los ruidos aerodinámicos que se filtran a través de la capota de lona resultan molestos cuando rodamos rápido. No he tenido ocasión de probarlo con el techo duro que se ofrece de serie, pero seguramente la cosa cambie bastante.
Otro elemento singular en el BMW Z8 es el sistema denominado RFC (Run Flat Combination), compuesto por neumáticos específicos (Bridgestone Potenza RE040), llantas especiales y un sistema de control de la presión (RDC) que activa un indicador luminoso en la instrumentación cuando pierden aire. Estos neumáticos permiten circular durante 500 km a una velocidad de 80 km/h aunque estén desinflados. Esto ha permitido eliminar la rueda de repuesto y que el maletero tenga 195 litros (muy poco).