El motor más potente, el 1.9 de gasolina de 125 CV, pone en aprietos al chasis con relativa facilidad, por la facilidad con la que este coche pierde tracción. El sistema de control de tracción no permite que estas pérdidas de motricidad pasen a mayores, pero en carreteras deslizantes como las que probé el coche (con asfalto seco) el sistema de control de tracción interviene mucho. No se trata de un coche deportivo y está bien que los sistemas de ayuda intervengan con mucha antelación, pero lo cierto es que sorprende que actúen en tantas ocasiones, a un ritmo moderado.
Los motores, que no destacan ni por buenos ni por malos, sí destacan por cuánto se oyen en el interior del habitáculo. La sonoridad es alta tanto en los Diesel como en los gasolina. En quinta, a 120 km/h, se oyen mucho los motores en el interior del Vaneo. Y a cualquier velocidad y con cualquier marcha, cuando se aprieta el acelerador.
Uno de los elementos más atractivos en el funcionamiento del Vaneo es el embrague pilotado, disponible con todos los motores. Lo probé con los motores 1.6 y 1.9 de gasolina y en la dos ocasiones mostró un funcionamiento excelente. Es impresionante la rapidez con que el sistema detecta si se quiere cambiar de marcha o no. Si uno apoya la mano sobre la palanca (sin pretensión de cambiar de marcha) el coche no se inmuta. Sin embargo, ante una mínima presión para cambiar, el embrague actúa con rapidez y te permite cambiar con absoluta precisión.
Intenté engañar al sistema alguna vez poniendo la mano en la palanca de cambios y levantando a la vez el pedal del acelerador (como si fuera a cambiar) pero no lo conseguí. Y cuando de verdad iba a cambiar, siempre funcionó perfectamente. También intenté calar el coche arrancando en 5ª marcha, pero tampoco lo conseguí. Evidentemente se quejó y el arranque no fue suave (sólo faltaba) pero no se caló y arrancó (en llano).
La posición al volante está bien conseguida. A diferencia de otros coches altos (el Zafira por ejemplo), no es una posición de furgoneta con los pedales mucho más bajos que el asiento, sino parecida a la de un coche, con los pedales hacia delante y el volante (que no es regulable en profundidad, sólo en altura) enfrente del los hombros y en posición vertical. La palanca del cambio tampoco queda situada en una posición baja, por lo que se gana en precisión de manejo.
Lo único que no me ha gustado de la postura al volante es la situación de las ruedecillas para regular la climatización (situadas muy abajo y por tanto muy alejadas de la línea de visión del conductor) y la cantidad de botones que hay en la consola central y al lado del freno de mano. Son muchas teclas por lo que hay que mirar con detenimiento para saber cuál se quiere apretar. En especial las que están situadas al lado del freno de mano están muy alejadas de la línea de visión.
Por ejemplo, los mandos de las ventanillas eléctricas de la última fila de asientos están situados al lado del freno de mano, una posición imposible para que el conductor pueda accionarlas en marcha y sin riesgo. También me ha parecido que el cuentavueltas se lee con dificultad, ya que está esquinado en el tablero de instrumentos y es de tamaño pequeño.