El BMW Serie 5 tiene el rodar habitual de las berlinas de esta marca. Alcanza y mantienen una velocidad alta con poco esfuerzo y, cuando se levanta el pie del acelerador, pierde la velocidad muy poco a poco.
La suavidad de rodaje es reseñable. Casi con independencia de la velocidad, el ruido del motor Diesel de 190 caballos pasa desapercibido. También me ha parecido que el interior está muy bien aislado del golpeteo del agua de lluvia contra el parabrisas o los pasos de rueda, incluso con el asfalto muy encharcado. La sensación de silencio en el interior es sensacional en cualquier circunstancia.
Con el BMW Serie 5 es fácil ir por donde uno quiere porque la dirección responde bien y los posibles baches que hay en la carretera no afectan de forma reseñable a la trayectoria. Me parece que es un buen coche para viajar rápido y con buena sensación de control, aunque no tanto como el Clase E. Mercedes-Benz ha conseguido con este modelo algo así como la excelencia por la calidad y buen resultado de su suspensión. No es un coche ágil, pero responde con mucha seguridad ante imprevistos o errores de cálculo; el BMW Serie 5 me parece un poco más ágil aunque también algo más brusco en condiciones muy desfavorables.
El BMW 520d se puede elegir con tracción trasera o total por 1800 euros adicionales. Me parece una opción a tener en cuenta para quien se enfrente habitualmente a condiciones climáticas invernales o pavimentos deslizantes. Por mucho que tenga ayudas electrónicas a la estabilidad, la tracción total deja acelerar más y mejor en una curva muy deslizante que la tracción trasera.
Otra cosa que se puede añadir al Serie 5 como opción es la dirección en las ruedas posteriores, que me ha parecido muy útil porque aumenta la capacidad de maniobra del vehículo. En la ciudad ayuda mucho para girar en calles estrechas o para circular dentro de un garaje (por ejemplo). Desconozco si la Dirección activa integral mejora las reacciones en carretera.
Como es habitual en BMW, se puede elegir entre varios tipos de suspensiones. En el caso del 520d, además de la configuración de serie, está la deportiva (suspensión deportiva M, más firme y con reducción de altura en 10 mm) y la que tiene amortiguadores de dureza variable (suspensión adaptativa). La unidad que hemos probado tenía esta última, y nos parece la más recomendable para quien quiera mucha comodidad de marcha y, puntualmente, necesite o aprecie el tacto de un chasis más firme. En los Serie 5 más altos de gama hay en opción muelles neumáticos y barras estabilizadoras activas.
El motor Diesel de cuatro cilindros que lleva el 520d se ve pequeño bajo el capó. Desde el radiador hasta donde empieza el motor hay un hueco generoso que no tienen los BMW con motores de más cilindros. Puede parecer un motor pequeño para un coche pesado y grande, pero en la práctica no es así. Realmente, no veo necesidad en adquirir un motor más potente ya que el 520d alcanza con facilidad una velocidad altísima y la mantiene con cierta soltura salvo en condiciones desfavorables. No sólo se mueve bien en vías rápidas, sino que es capaz de acelerar con agilidad en el abanico de velocidades habituales en carreteras de segundo orden. Según nuestras mediciones, el tiempo mínimo que ha empleado para pasar de 80 a 120 km/h ha sido 5,8 segundos, que es un buen dato. Un 530d acelera con más contundencia, pero lo normal es que el extra de potencia frente al 520d se utilice en pocas ocasiones.
Lo segundo que llama la atención del motor del BMW 520d es que no tiene rival por consumo: en un viaje, es fácil que gaste menos de 6,0 l/100 km y hay que ir deprisa de forma constante para que consuma más de 7,0. En los 1400 kilómetros realizados durante la semana de pruebas, el consumo ha sido de 6,4 l/100 km haciendo poca ciudad y conduciendo ocasionalmente a ritmo elevado. Con un consumo así, la autonomía está próxima a 1000 kilómetros. En nuestro recorrido de referencia por autovía de 143 kilómetros (que tiene pendientes fuertes) el cual completamos a una media de 120 km/h, consumió 5,7 l/100 km, que es muy poco y un dato propio de coches más pequeños. El consumo en ciudad suele ser más elevado, como también lo es en aquellas circunstancias donde haya que cambiar de ritmo con frecuencia (ahí es donde sale a relucir el peso elevado de este vehículo, 1750 kg).
Nuestra unidad de pruebas no ha frenado especialmente bien, pues ha necesitado 54,8 metros para detenerse desde 120 km/h. Los neumáticos eran unos Goodyear Eagle F1 Asymmetric 3, con medidas 245/40 R19 98Y XL los delanteros y 275/35 R19 100 Y XL los posteriores. En opción se pueden elegir los frenos M Sport que disponen de pinzas de mayor tamaño (se pueden pedir en color azul o rojo). Un Mercedes-Benz Clase E 300 de 4MATIC Berlina (2020) necesitó 55,0 metros para detenerse con unos neumáticos Pirelli Cinturato 275/40 R18.