Hay cuatro grupos de elementos en un control de estabilidad: sensores, unidad electrónica de control (ECU), modulador hidráulico y generador hidráulico.
Los sensores convierten una magnitud física en una señal eléctrica analógica o digital. El control de estabilidad utiliza cinco tipos de sensores, algunos de ellos compartidos con otros sistemas (como el antibloqueo de frenos): ángulo de dirección, guiñada, aceleración transversal, presión en el circuito de frenos y velocidad de las ruedas. Además, la ECU puede tomar de la red de datos del coche otras informaciones, como la posición del acelerador.
La ECU tiene varias funciones relacionadas directamente con el funcionamiento del control de estabilidad: genera la electricidad necesaria para el funcionamiento de los sensores que lo requieran, convierte las señales analógicas en digitales, estima las variables no medidas, compara los datos con los mapas programados, genera las señales necesarias para el funcionamiento del sistema (ampliadas o retardadas) y se conecta con otras centralitas a través de la red de datos.
Hay otras funciones que no están relacionadas directamente con el funcionamiento del sistema, como activar el indicador luminoso o llevar un registro de eventuales averías.
El modulador hidráulico es el dispositivo que se encarga de distribuir la presión del líquido de frenos en cada una de las cuatro ruedas. Tiene una electroválvula de entrada y otra de salida para cada rueda. Se alimenta de la bomba hidráulica principal del sistema de frenos y tiene acumuladores para el líquido sobrante, que permanece ahí hasta que vuelve al circuito de frenos.
El generador hidráulico da la presión necesaria cuando es precisa una intervención del control de tracción o estabilidad, pero el conductor no pisa el freno. Es una bomba eléctrica que alimenta a la bomba hidráulica principal del sistema de frenos. |