Romance o así de las alianzas extemporáneas
Si coches quieres hacer
y socios andas buscando
con alemán o francés
yo prefiero ir caminando
del derecho o del revés.
Cuando vino aquí el inglés
parecían hechos al bies.
Y cuando los americanos,
feos, ruinosos e inurbanos,
haz memoria y ya lo ves.
No había que saber latín
ni usar mucho el encefalo
para ver que un palanquín
era mejor que un Austín
¡que malo era, que malo!
¿Y aquel Dodge? Un espanto
de muchos metros de eslora.
Repostar siempre era llanto
pues gastaba y corría tanto
como una tuneladora.
No se dieron mucha maña
en esos coches de antaño,
cuando vinieron a España,
ni el yanqui con su tamaño
ni el hijo de la Gran Bretaña.
Si hay que hacer un buen coche
entero, o solo un cacho,
de cantarlo no me empacho,
siempre mejor el gabacho
cuando no mejor el boche.
Aunque ustedes ya lo saben
quiero decirlo y lo digo:
¡ con qué arte coches salen
de la fábrica de Landaben,
de Valladolid o Vigo!
No todo lo da el dinero.
Convertir el banco en templo
no ilumina al chapucero,
no enseña a hacer el puchero
o hacer coches, por ejemplo.
La razón no es cosa sola
del que nunca pasa hambre
del que más sitios asola
porque tiene una pistola,
una pistola muy grande.
Querer del matón refrendo,
querer con él dar manteca
es ser un necio tremendo.
Ya lo había dicho Don Mendo,
según Pedro Muñoz Seca:
«... y me anulo y me atribulo
y mi horror no disimulo
pues aunque el nombre te asombre
quien obra así tiene un nombre
y ese nombre es el de chulo».
Chulo sí. Pero calculo
que a ese minúsculo chulo,
a ese vocero del bulo,
sin su matón el garrulo,
le van a dar mucho por enterado que los amigos de conveniencia, ni son amigos, ni convienen.
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