El Impreza es, en términos generales, un coche confortable. Tiene una suspensión más bien blanda que filtra muy bien los baches y que consigue aislar a los pasajeros de las imperfecciones del asfalto mejor que, por ejemplo, un Mazda3 o un Peugeot 308. Lo bueno de esta suspensión es que, a la vez que confortable, consigue que los movimientos de la carrocería sean contenidos y que la conducción sea precisa, directa y agradable. Se siente, en definitiva, que es una suspensión de calidad.
Aunque, como más adelante comentaremos, el motor del Impreza no da una capacidad de aceleración grande, lo cierto es que es un coche que invita a circular rápido por vías de muchas curvas porque reacciona con mucha presteza a los cambios de apoyo y porque el conductor recibe mucha información sobre lo que ocurre entre las ruedas y el asfalto. No se trata de un deportivo, ni mucho menos, pero lo cierto es que tiene un tacto que aprecierán especialmente aquellas personas que disfruten al volante.
Pero cuando se circula por autopista o, en general, por vías amplias y a alta velocidad, el Impreza no es tan refinado como algunas de sus alternativas —Volkswagen Golf, Hyundai i30 u Opel Astra, por ejemplo—, porque el aislamiento acústico no es especialmente bueno y tanto el ruido procedente de la rodadura como el del aire en contacto con la carrocería llegan con claridad al habitáculo (el del motor, salvo que gire a un regimen elevado, pasa más desapercibido). No obstante, bajo mi punto de vista no resulta un factor determinante para desaconsejar su compra porque las diferencias frente a los vehículos mencionados no son demasiado abultadas.
En nuestras habituales maniobras de esquiva y eslalon en circuito, el Impreza ha reaccionado de manera sobresaliente. En el primero de los ejercicios (esquiva), las ayudas electronicas funcionaron de manera sutil pero eficaz, mientras que los cambios de apoyo se sucedieron con rapidez y de manera limpia y fluida. En el video que acompaña a este texto hay más detalles sobre estos ejercicios.
La dirección es otro de los elementos que contribuyen de manera notable a que la conducción sea tan agradable, pues es muy rápida y tiene un tacto preciso, pero además es suave y ofrece poca resistencia a la hora de maniobrar a poca velocidad o incluso en parado.
Con el motor 1,6 de 114 CV, el único disponible en la gama, el Impreza no es un vehículo rápido en absoluto. Las prestaciones oficiales ya dan una idea de ello (11,8 segundos para acelerar entre 0 y 100 km/h y 180 km/h de velocidad máxima; ficha técnica), pero nosotros lo hemos confirmado al medir su aceleración de 80 a 120 km/h, en la que ha empleado 11,0 segundos. Todas las alternativas con motores de potencia similar que hemos probado, ya sean Diesel o de gasolina, han sido más rápidas en esta misma medición, existiendo en algunos casos unas diferencias muy abultadas: el Audi A3 Sportback 1.0 TFSi 116 CV S tronic necesitó 7,5 segundos, el BMW 116d 116 CV Aut. 9,5 s y tanto el Infiniti Q30 1.5d 109 CV como el Mazda3 1.5 SKYACTIV-G 100 CV emplearon 9,8 segundos.
Pero dejando de lado las cifras, en la práctica únicamente se echa en falta más potencia en determinadas situaciones, como incorporaciones a autopistas, en los adelantamientos a alta velocidad en vías de doble sentido o al circular muy cargado. En ciudad y en vías de circunvalación no hay problemas al respecto porque el motor reacciona con rapidez a los movimientos sobre el acelerador, hace poco ruido y permite circular al ritmo del resto del tráfico con facilidad.
El consumo de combustible es casi siempre de moderado a alto, si bien es cierto que resulta poco sensible a los cambios de ritmo. En vías de circunvalación y al ritmo del resto del tráfico, esta en el entorno de los 6,5 - 7,0 l/100 km y en ciudad no cabe esperar mucho más de unos 8,5 - 9,0 l/100 km. En nuestro recorrido habitual de consumo, que transcurre por una autopista con numerosas pendientes y a una velocidad media real de 120 km/h, necesitó 7,9 l/100 km. Es un dato elevado, en parte, porque el motor no tiene mucha fuerza y necesita girar muy alto de vueltas para mantener la velocidad en algunas situaciones. En este mismo recorrido, todos sus rivales con motores de potencia similar pero con tracción delantera gastaron menos: 5,9 l/100 km el Volkswagen Golf 1.0 TSI 110 CV, 6,5 l/100 km el Audi A3 Sportback 1.0 TFSI 116 CV S tronic, 7,0 l/100 km el Nissan Pulsar 1.2 DIG-T 115 CV, 7,1 l/100 km el Mazda3 1.5 SKYACTIV-G 100 CV y 7,3 l/100 km el Ford Focus 1.0 EcoBoost 125 CV.
El agrado de uso del cambio automático de variador contínuo, que es el único disponible para el Impreza en España, es muy distinto en función de la vía por la que se circule. Así, en ciudad y alrededores, donde normalmente la demanda de potencia no es muy elevada, tiene un funcionamiento excelente porque permite maniobrar con mucha precisión y sin brusquedades achacables a la transmisión. En cambio, al circular por autopistas y autovías o, en general, cuando se demanda mucha aceleración, su funcionamiento deja de ser tan bueno porque Subaru ha programado seis relaciones fijas —sin posibilidad de selección manual— que se suceden con cierta brusquedad, por lo que desaparecen algunas de las virtudes inherentes a este tipo de cambios (la suavidad en el avance, principalmente).
No tiene un modo de funcionamiento deportivo, pero sí la función «Low», que se activa empujando la palanca hacia la izquierda y que sirve para aumentar el regimen de giro del motor y, por lo tanto, su retención. Cuando funciona de este modo, la gestión electrónica elimina las seis relaciones simuladas, es decir, lo hace como un variador contínuo convencional.
El sistema de frenos del Impreza está compuesto por cuatro discos (ventilados los delanteros) y, en general, permite dosificar muy bien la frenada, pero hemos obtenido datos de frenada mediocres. Según mediciones propias, necesita un mínimo de 54,8 metros para detenerse por completo partiendo de 120 km/h, que es más que lo que emplearon el Ford Focus 1.0 EcoBoost 125 CV (50,5 m), el Nissan Pulsar 1.2 DIG-T 115 CV (52,5 m) o el Volkswagen Golf 1.0 TSI 110 CV (53,3 m). No obstante hay modelos que, aunque por un escaso margen, frenaron peor: Audi A3 Sportback 1.0 TFSI S tronic 116 CV (55,0 m) o Mazda3 1.5 SKYACTIV-G 100 CV (55,1 m).