El Saab 9-5 2.2 TiD Station Wagon tiene un motor con un funcionamiento agradable por la forma de dar la potencia. A partir de sólo 1.500 rpm es capaz de proporcionar gran aceleración; desde ralentí hasta ese régimen (1.500 rpm) el motor tiene fuerza de sobra para comenzar a mover la carrocería.
Su funcionamiento es suave, casi no llegan vibraciones al volante o a los pedales, aunque en la palanca de cambios si se notan vibraciones de baja frecuencia. Es algo más suave y silencioso que el Audi A6 Avant TDI 130 CV, pero no llega a la finura del 2.4D del Volvo V70. No tiene unas prestaciones excepcionales pero si tiene fuerza para circular por la mayor parte de los terrenos con agilidad. Esta versión da 120 CV en lugar de 125 (que da en el 9-3 TiD), por cuestiones de emisiones de gases.
En la toma de contacto (con la versión Arc) lo que más me ha gustado es la gran comodidad que da la suspensión, que es claramente blanda pero está bien amortiguada (no rebota cuando pasa por encima de un bache).
Por cómo reacciona la carrocería es un coche más dirigido a aquellas personas que valoren la comodidad, que aquellas que disfruten con unas reacciones precisas y ágiles a cada golpe de volante, en este sentido es un poco más torpe que los modelos semejantes.
En cualquier caso, quien quiera un 9-5 2.2 TiD SW con las mejores reacciones posibles para circular con cierta rapidez por carreteras por curvas, deberá optar por el acabado Vector, que tiene unas suspensiones menos flexibles y neumáticos de menor perfil (le dan un tacto más deportivo).