El Saab 9-3 2.2 TiD resulta fácil y agradable de conducir. He tenido ocasión de probarlo con carrocería de cinco puertas y Coupé, en ambos casos, las suspensiones son suaves, algo que favorece el confort, que es elevado, pero esto condiciona su estabilidad en una conducción más exigente.
En carreteras con curvas, si realizamos una conducción muy deportiva, tiene una clara tendencia a subvirar, algo que resta eficacia en el guiado de las ruedas delanteras. Es, por lo tanto, un coche más indicado para desplazamientos tranquilos, por carreteras amplias con buen asfalto. A pesar de todo, también admite un ritmo de viaje elevado y sus reacciones progresivas transmiten seguridad al conductor.
El motor 2.2 TiD de 125 CV tiene una respuesta enérgica y en curvas cerradas es fácil perder motricidad por la rueda interior. Esto se debe a que la carrocería tiene un balanceo pronunciado a causa de los reglajes suaves de la suspensión y esto descarga de peso la rueda interior y condiciona su límite de adherencia respecto al asfalto.
De todas formas, estoy hablando de situaciones de conducción un tanto extremas; en condiciones normales, el coche es muy agradable de conducir, transmite seguridad y resulta seguro, aunque no le vendría tampoco nada mal un sistema de control de estabilidad, elemento que no está disponible en los Saab 9-3.
Me ha llamado la atención el buen rendimiento de los frenos que, además de tener un tacto agradable y fácil de dosificar, aguantaron bastante bien el trato severo al que fueron sometidos en un recorrido de 40 kilómetros por carretera de montaña.
En este coche me parece mejorable la posición al volante, que tiene un asiento con poca sujeción lateral y un reposacabezas demasiado "agresivo" que, prácticamente, empuja nuestra cabeza hacia delante y no deja "reposarla" en condiciones.
Salvo algunos plásticos que merecerían una mejor calidad, el Saab 9-3 TiD tiene una buena terminación y cuenta con un equipamiento completo.