Esta versión del Astra es recomendable para quien valore principalmente que el coche tenga buen tacto y dé impresión de calidad.
Ninguna de sus cualidades dinámicas me parece determinantes para escogerlo o desecharlo, salvo si se espera del coche mucha aceleración. Es de los que menos acelera entre los de su potencia, pero se mueve mejor que otros cuando se circula a velocidad moderada en marchas largas. El consumo es normal en un coche de este tipo.
Tampoco es particularmente espacioso, ni tiene una relación entre precio y equipamiento más favorable que la de otros modelos de este tamaño y potencia. Lo que sí creo que lo distingue es un tacto sólido, un buen ajuste y —en general— lo agradable que puede ser conducirlo o viajar en él.
Dinámicamente, lo más positivo de esta versión es su seguridad porque tiene un límite de adherencia alto, porque reacciona bien si el conductor comete un error o fuerza mucho al coche, y porque su control de estabilidad (si lo lleva, es opcional) resulta eficaz.
Es normalmente confortable, aunque la suspensión puede parecer dura. Lo más negativo para el confort en un viaje es el ruido aerodinámico y del motor, si se circula por encima de unos 140 km/h.
La calidad del Astra puede justificar su precio, pero su equipamiento no tanto, como se puede ver en esta tabla comparativa. Ahora bien, para valorar la relación entre precio y equipamiento, hay que tener en cuenta que el Astra lleva de serie algunos elementos a los que se les puede dar importancia o no, pero que otros competidores no tienen, como una pantalla grande en el salpicadero (opcionalmente en color), retrovisores eléctricos con un botón para plegarlos o un equipo de sonido con siete altavoces, por ejemplo.
También se distingue porque puede llevar opcionalmente elementos que no están disponibles en otros modelos, como reposacabezas activos o un sistema para controlar la presión de los neumáticos (que funciona muy bien).