—Ferdinand, ¿a que no hay huevos de coger ese Manta que tenemos en la nave sin restaurar y convertirlo en un coche eléctrico? —Sujétame la jarra de cerveza, Rudolph.— Imagino que la conversación, aquel día en el que a alguien en Opel se le ocurrió hacer algo con ese coche que tenían acumulando polvo, tuvo que ser algo así. Quizás con otros términos, pero muy similar.
Originariamente, el Manta del que hablaban Ferdinand y Rudolph era una unidad naranja con el techo de vinilo negro. Llegó a Opel Classic en el año 1988, cuando su propietaria lo entregó con la carrocería «casi libre de óxido». Ella había comprado el Manta en 1974 y lo había conducido durante 14 años. Ferdinand y Rudolph comentaron con varios colegas su plan. La idea acabó llegando a las «altas esferas» de Opel, que dieron el visto bueno al proyecto.
El Opel Manta GSe ElektroMOD no es un prototipo de un coche futuro porque no tiene una carrocería nueva, ni siquiera está hecho sobre un chasis modular actual. Ferdinand y compañía cogieron el Manta que acumulaba polvo en el departamento de Opel Classic y, sobre él, fueron haciendo modificaciones manteniendo sólo la carrocería y el chasis.
Reemplazaron en primer lugar el sistema de propulsión, eliminando el motor de gasolina de cuatro cilindros y colocando en su lugar uno eléctrico. Pero quizás lo más llamativo de la transformación es que el coche traía una caja de cambios automática —que era algo excepcional en este modelo— de tres marchas y ha sido reemplazada por la manual de cuatro relaciones —que era la habitual en aquellos años—.
El Manta GSe ElektroMOD es, por tanto, un coche eléctrico con cambio manual. Una rara avis como lo fue el Honda CR-Z, que era un híbrido con un cambio manual (y apetecible de conducir por su puesta a punto). Realmente, Ferdinand podría haber prescindido de las tres primeras marchas porque, por la forma en que un motor eléctrico desarrolla el par (más información), se puede engranar cuarta y conducir sin tener que usar el resto de relaciones.
Seguramente por prudencia, para no poner en apuros a un chasis que se mantiene de origen, la potencia del motor eléctrico no es grande: 147 CV. Aun con eso es casi un 50% más de lo que tenía en origen: 105 CV. La velocidad máxima es de unos escasos 150 km/h y la batería tiene una capacidad de 31 kWh. Se recarga a una potencia máxima de 9 kW.
La suspensión ha sido reajustada y los frenos mejorados: los delanteros tienen discos más grandes y los tambores traseros se han cambiado por discos con sus pinzas. El coche pesa 1137 kg, 175 más que cuando llevaba un motor que gastaba gasolina. En este aspecto queda a medias entre un Dacia Spring y un SEAT Mii, ambos eléctricos.
Una vez modificadas las entrañas, comenzaron los cambios que se ven en las fotos. El frontal perdió la parrilla y los faros de origen. En su lugar, los colegas de Ferdinand y Rudolph instalaron lo que han decidido bautizar como Opel Pixel-Vizor, una gran pantalla cuyos píxeles se usan tanto para las funciones de alumbrado como para mostrar distintos mensajes o representar el logotipo de Opel (imagen). El aspecto de la parte posterior también ha sido modernizado (imagen).
Dentro, ya no es posible acomodarse en los asientos originales porque no servían para poder homologar el prototipo ya que no tenían reposacabezas. En su lugar se adaptaron unos del Opel Adam S. Y por supuesto, como buen prototipo de nuestros días, el conductor recibe la información mediante dos pantallas (imagen).