Hemos probado en km77 durante una semana un Micra 1.2 Tekna (80 CV) y hemos conducido durante poco más de 100 kilómetros un Micra 1.2 DIG-S (98 CV). Los comentarios escritos a continuación están basados en la prueba y se refieren a esa versión concreta. Sin embargo, en líneas generales, sirven para describir las dos versiones.
La principal característica positiva del Micra es que resulta un coche muy agradable de conducir en ciudad, sobre todo por lo sencillo que es maniobrar gracias a su radio de giro —puede dar una vuelta completa en un círculo entre bordillos de 9,3 metros de diámetro— y a lo blanda que es su dirección. Además, el conductor controla sin problemas las esquinas de la carrocería, algo muy útil a la hora de aparcar y moverse por calles estrechas.
En carretera no es tan agradable porque el habitáculo no está muy bien insonorizado y los ocupantes tienen que soportar cierto ruido de rodadura y, en menor medida, procedente del motor. Esto no es infrecuente que ocurra en coches pequeños y generalmente baratos pensados principalmente para un uso por ciudad. En el Micra no llega a ser molesto.
La suspensión no es especialmente blanda. Los baches y resaltes llegan claramente al habitáculo. No llega a ser incómoda porque el movimiento que traslada a los ocupantes no es rápido ni violento. A mi juicio el Micra tiene una suspensión con buen equilibrio entre capacidad de aislar a los ocupantes del estado del piso y dureza. Esa dureza favorece que la carrocería no tenga movimientos demasiado amplios de balanceo —en las curvas— o cabeceo —en las frenadas—.
El Micra tiene reacciones satisfactorias. Creo que desde este punto de vista resulta más satisfactorio que Hyundai i10, pero no tanto como un Ford KA —más pequeño— o un Volkswagen Polo —más grande—.
En carreteras rápidas, como por ejemplo autopistas, el estado del piso afecta más a su trayectoria que a la de Renault Clio o a la de un SEAT Ibiza. Éstos tienen más tacto de coche adecuado para viajar por carretera, pero en ciudad son peores porque giran menos y ocupan más.
La visibilidad desde el puesto de conducción es buena en todas direcciones. A ello contribuyen especialmente la gran luneta y el buen tamaño de los retrovisores posteriores, de mayores dimensiones que en otros coches de similar longitud de carrocería. Los montantes delanteros de la carrocería no molestan a la hora de realizar giros de 90 grados o más, como por ejemplo al incorporarse a una calle desde otra perpendicular.
Motor 1.2 DGI-S 98 CV
El motor de tres cilindros de gasolina arranca con suavidad y funciona con suavidad en toda la gama de revoluciones. Es ruidoso al acelerar por encima de 3.500 rpm. En contrapartida sube más de vueltas, hasta el corte, a 6.400 rpm. Aunque tiene buena respuesta a bajo régimen para ser de gasolina, es imprescindible utilizar la caja de cambios manual de 5 relaciones con mayor frecuencia que en un Diesel de la misma potencia. Las relaciones del cambio son largas, pero en los recorridos llanos por los que hemos circulado el motor sobrealimentado puede bien con ellas (Fichas de datos técnicos del Micra 1.2DIG-S). Una caja de seis marchas permitiría una sexta más larga y las cinco primeras marchas más cortas. La caja de 5 marchas funciona con suavidad y precisión.
El pedal del acelerador tiene una especie de recorrido adicional o «kick down», también con cambio manual. A partir de ese punto, queda un octavo de recorrido de acelerador y además el aire acondicionado se desconecta durante cinco segundos, por lo que en alguna ocasión me ha dado la sensación de «overboost». Como el compresor se desconecta automáticamente mediante un embrague, es posible que haya coincidido mi presión a fondo con la entrada en acción del compresor.
La parada y el arranque automático se realiza con suavidad, tanto la parada como el arranque. Sólo rozar el embrague el motor se pone en marcha, no espera a que el embrague descienda más, por lo que arranca con rapidez. En una ocasión, he pisado el embrague para salir justo en el momento en el que el motor se paraba y me he encontrado con el embrague pisado a fondo para salir y el motor parado. He tenido que soltar y volver a pisar.
La dirección es blanda y no ayuda a conducir bien que el eje delantero no sea preciso. Es un coche seguro, que como muchos coches modernos permite un paso por cuerva a velocidad elevada sin ningún movimiento extraño, pero no resulta agradable de conducir por carretera de curvas debido a la dificultad para llevar con precisión y sin pequeñas desviaciones de volante no deseadas. El tacto del freno no es agradable. No permite dosificar bien la frenada. Se pone muy duro cuando se pretende frenar con suavidad. Probablemente se deba al sistema de recuperación de energía de la batería, que actúa en retención y frenada.
El motor es suave, pero el coche no es particularmente silencioso en cuanto se gana velocidad. El motor suena claramente por encima de 3.500 rpm y también el ruido aerodinámico y de rodadura es notable.
Uno va sentado muy alto en el Micra que para algunas personas no será una posición cómoda. Se echa en falta que el volante no tenga regulación en profundidad. Los asientos no sujetan bien lateralmente. Los botones para manejar el ordenador de viaje no están en el volante, sino en el salpicadero, por detrás del volante. Se manejan con la mano izquierda. Con la cantidad de botones que hay en el volante, ninguno sirve para manejar el ordenador de viaje.
Tiene fuerza suficiente para que el Micra pueda circular en la ciudad y los alrededores sin problemas. De hecho es agradable en estas condiciones pues sale bien desde parado y responde al acelerador con rapidez lo que facilita moverse entre el tráfico.
En carretera es menos satisfactorio que en ciudad, al menos si se busca un coche rápido. Como los desarrollos de la caja de cambios son muy largos para que el consumo sea bajo a velocidad sostenida —a 120 km/h el motor gira a 3.400 rpm; más bien poco para un coche de gasolina de 80 CV—, no gana velocidad con facilidad en cuarta y quinta velocidad. Esto es un problema a la hora de afrontar pendientes pronunciadas, donde en ocasiones hay que bajar hasta dos marchas para no perder velocidad. También se echa de menos algo más de potencia cuando es necesario realizar adelantamientos en poco espacio. Este motor responde con mayor fuerza a partir de unas 4.000 rpm.
Acelera lo normal para un coche de su potencia. Según nuestras mediciones, su capacidad de aceleración es parecida a la de un Hyundai i10 de 78 CV, un Toyota Yaris de 87 CV, un Ford Fiesta de 80 CV o un Citroën C3 de 74 CV (tabla comparativa).
Este motor 1.2 de 80 CV del Micra es de tres cilindros. Cuando se acelera tiene un sonido grave, parecido al que tienen otros motores de las mismas características. Además, quizá también por su configuración, al acelerar transmite algunas vibraciones al volante, aunque son pocas y no molestan. Los motores de cuatro cilindros suelen ser más suaves y no producen este efecto. Es un motor algo ruidoso a regímenes altos, aunque no llega a ser incómodo para los ocupantes.
Su consumo de carburante es bajo. En nuestro habitual recorrido de consumo, un trayecto por autovía de 143,3 km con varias pendientes ascendentes pronunciadas, gastó 6,8 l/100 km a una media de 120 km/h. Es un buen dato ya que no hay muchos coches de gasolina capaces de bajar de 7,0 l/100 km en ese recorrido. Por ejemplo, un Ford Ka 1.2 de 69 CV, en ese mismo trayecto, consumió 7,2 l/100 km. Un Volkswagen Polo 1.4 de 85 CV con caja de cambios automática de doble embrague «DSG» de siete velocidades consumió igual que el Micra (6,8 l/100 km), pero a una velocidad media inferior (117 km/h) debido a obras en la calzada. Una ventaja del Polo es que su transmisión automática tiene dos marchas más.
El Micra que hemos probado (80 CV) ha necesitado más metros que otros utilitarios similares para frenar de 120 a 0 km/h, aunque no muchos más (tabla comparativa). Esto puede deberse a que realizamos las frenadas con el suelo ligeramente húmedo. Los neumáticos eran unos —Bridgestone B250 175/60 R15 81H. En ocasiones, el Micra transmite poca seguridad en frenadas fuertes porque pierde ligeramente la trayectoria.
La caja de cambios manual de cinco velocidades del Micra tiene un tacto suave y permite introducir todas las marchas sin dificultades. Los pedales también tienen buen tacto y son agradables de utilizar. El claxon tenía una característica negativa: sonaba poco.