El interior del KIA Opirus es muy amplio en las tres dimensiones. En ninguna medida es el mejor, pero en todas es de los mejores. La cota más corta que he medido es la de desplazamiento longitudinal del asiento delantero, algo que sólo notarán los conductores muy altos.
La iluminación de de las plazas posteriores es escasa, lo que impide leer con comodidad o consultar documentos de noche. La altura del asiento posterior con respecto al suelo es buena (34 cm) lo que permite llevar bien apoyadas las piernas sobre la banqueta en una posición cómoda. Los asientos posteriores son calefactados de serie. El regulador está situado en el interior del reposabrazos. Entre los dos asientos delanteros hay una salida de aireación doble para las plazas posteriores.
Los asientos delanteros son aparentemente cómodos, si bien tendría que conducirlo durante más kilómetros para emitir una opinión más fundada. Se regulan eléctricamente, lo mismo que el volante, que puede desplazarse en longitud y altura.
La regulación en altura del volante no es demasiado útil porque, al variar la altura, también varía mucho la inclinación. El volante, que va forrado en cuero y madera, tiene un tacto resbaladizo. El acabado y ajuste general parecen de calidad. A mi juicio, hay demasiada madera, que le da un aspecto al conjunto demasiado vistoso.
No he tenido oportunidad de conducirlo en buenas condiciones para emitir demasiados juicios sobre su estabilidad y las sensaciones que transmite. La suspensión es blanda incluso en la posición «Sport». Es posible que sea blanda y dé buenas sensaciones, pero entre la lluvia, el tráfico y las carreteras por las que circulé no puedo emitir un juicio claro.
En una curva larga y algo cerrada de autovía, bajo la lluvia, el ESP actuó durante prácticamente todo el trazado de la curva, de forma intermitente. Mi sensación es que frenaba la rueda delantera exterior. No iba a un ritmo elevado (unos 110 km/h) y no tengo la sensación de que el coche fuera a patinar, si bien había bastante agua sobre el asfalto y es posible que el sensor notara algo que yo no percibía. No sé qué hubiera pasado si no hubiera actuado el ESP (seguro que nada grave, en cualquier caso). Lo que sí me quedó claro, por la forma de actuar intermitentemente durante muchos metros es que en el mercado hay otros sistemas de ESP más refinados (probablemente no haya diferencia en la eficacia).
La caja de cambios automática funciona con suavidad y no suena apreciablemente, al menos al ritmo tranquilo que lo conduje. Los desarrollos son largos y, según los datos de KIA, permiten conseguir un consumo bajo.