Aunque el puesto de conducción del RS 200 me ha parecido muy cómodo en líneas generales y bien adaptado para practicar una conducción de estilo deportivo, he encontrado varios detalles poco satisfactorios.
Lo peor es que el volante puede quedar algo lejos del conductor porque el ajuste longitudinal es un poco escaso. Otro aspecto mejorable es la ubicación del mando para regular la altura del asiento del conductor. Es una manivela situada en la parte delantera del asiento y obliga a reclinar el cuerpo hacia delante para accionarla, de forma que no apreciamos claramente el reglaje efectuado hasta que no volvemos a reposar la espalda sobre el respaldo del asiento.
Tampoco me convence el pomo metálico del cambio, que es bueno para los coches de carreras, donde el piloto lleva guantes, pero es demasiado frío y resbaladizo en un uso cotidiano y, además, se raya fácilmente.
Los que me parecen muy acertados por forma, dureza de mullido y sujeción lateral son los asientos delanteros de tipo bacquet suministrados por Sparco, el del conductor regulable en altura y apoyo lumbar. Son asientos casi de carreras, aunque algo más cómodos para el uso a diario que unos bacquet de competición. Lo único que eliminaría de ellos son los dos marcos de plástico que lleva en el reposacabezas integrado en el respaldo, un ornamento poco útil y demasiado duro en caso de apoyar fuerte la cabeza.
Mi compañero Javier Moltó hacía referencia a que el cuero que los tapiza resulta demasiado resbaladizo. Es cierto que con un tapizado en tela serían todavía más adherentes, pero yo he tenido la sensación de que me sujetaban a la perfección el cuerpo, incluso en los apoyos y frenadas más fuertes.
La escasa información que lleva la instrumentación también es un punto criticable en el Focus RS.
Como contrapartida, tiene un detalle que me parece muy útil en este coche: al llegar a 5.800 rpm, se enciende una luz amarilla situada en la parte baja del cuentavueltas que nos indica que estamos ya cerca del máximo régimen y debemos subir de marcha.
En un coche que sube tan rápido de vueltas y gana velocidad con tanta celeridad, este tipo de ayudas son siempre bienvenidas para intentar mantener la vista en la carretera. El velocímetro también tiene un error por exceso inferior al cinco por ciento.
La visibilidad es buena y prácticamente todos los mandos se encuentran al alcance del conductor, aunque se echa en falta algún hueco más donde alojar pequeños objetos sin que se desplacen en la primera curva que tomemos algo rápido. El Focus RS merece también un equipo de faros mejor, no obstante, los focos halógenos de doble parábola que lleva tampoco desentonan por potencia y amplitud de visión, si bien no están al nivel de unos faros bi-xenón. Los que me parecen inútiles son los antiniebla que tiene; sin niebla, apenas distinguimos mejora de visión entre llevarlos encendidos o apagados.