El motor turboalimentado del RS 200 empuja con nervio y da unas prestaciones excelentes. Si se pisa el acelerador a fondo, a partir de 2.200 rpm notamos ya como el turbo comienza a soplar (a 0,3 bar, según el indicacdor). Si seguimos acelerando a fondo, al llegar a 3.400 rpm, el manómetro de presión del turbo sube súbitamente hasta 1,25 bar y sentimos una enérgica «patada» que acelera el coche con mucha fuerza, hasta alcanzar 6.250 rpm.
Se mete con facilidad en la zona roja del cuentavueltas (a 6.500 rpm) y llega hasta el corte de inyección (6.750 rpm, mucho en un motor turboalimentado) si no prestamos atención y cambiamos de marcha.
La gestión electrónica controla la presión de soplado del turbocompresor, de forma que, a plena carga en condiciones normales, ofrece una presión máxima entre 0,9 y 1 bar, subiendo sólo durante unos segundos hasta 1,25 bar.
Me ha parecido un motor capaz de dar mucho empuje, aunque en el uso cotidiano creo que le falta algo a bajo régimen. No es un motor desagradable para utilizar a diario, pero dicha falta de respuesta a bajo régimen sí le resta cierto agrado de conducción. Tampoco tiene un sonido tan bonito como los V6 del Alfa 147 GTA o VW Golf R32, pero sí suena algo más «racing» que el motor 1.8 T 20V que llevan el Seat León Cupra R o el Audi S3, sobre todo, cómo «resopla» el turbo a plena carga.
Según la cifra de potencia declarada por Ford, la relación entre peso y potencia del RS 200 es 6,0 kg/CV; un poco peor que la del 147 GTA (5,7 kg/CV).
Sin embargo, ha sido más rápido que el Alfa Romeo en nuestra medicición de aceleración desde 100 km/h. También ha sido claramente más rápido que el Golf R32 (6,1 kg/CV) en todas las mediciones de aceleración. Es normal que los coches con motor turboalimentado sean más rápidos que los atmosféricos, a igualdad de relación entre potencia declarada y peso. Esa diferencia se ve aún más claramente en recuperación. El Focus es el más rápido en cuarta velocidad a pesar de que el desarrollo en esa marcha es el más largo.
Su velocidad máxima (232 km/h declarados), aún siendo elevada, es inferior a la de sus rivales, que son mucho más potentes; el coeficiente aerodinámico Cx del Focus RS 200 es 0,365.
Esto incide también negativamente en el consumo de combustible, que en el Focus RS 200 es alto y, además, de la gasolina más cara (octano 98). Que las cifras homologadas sean de 14,2 litros/100 km en consumo urbano y 10,1 l/100 km de consumo medio es ya un primer indicio de que este modelo no es precisamente económico.
Circulando por ciudad y carretera en un uso muy tranquilo, hemos medido un consumo de 9,3 l/100 km. Este valor es bueno, pero podríamos considerarlo poco real, pues en las mismas condiciones de uso mixto, pero a un ritmo más dinámico, el consumo medio ha sido de 12,2 l/100 km. Si exprimimos al máximo las posibilidades del motor en carreteras de montaña, el consumo puede alcanzar valores de hasta 23,6 l/100 km.