Entre los deportivos de su categoría, el Focus RS es quizá uno de los menos indicados para realizar desplazamientos largos. Por dureza de suspensiones es claramente más incómodo que coches como el Alfa 147 GTA, Audi S3 o Subaru Impreza WRX, y también algo más rígido que coches tan duros como el Seat León Cupra R o el Volkswagen Golf R32. Por si fuera poco, el confort de marcha se ve reducido, además, por una sonoridad elevada, tanto del motor como aerodinámica.
Tampoco es un coche especialmente amplio en las plazas posteriores, porque el espacio para las piernas es más bien escaso y no tiene mucha anchura, si bien la altura al techo sí es destacable. Curiosamente, la plaza central trasera no es muy incómoda por el diseño de la banqueta y el respaldo, pero si ofrece poco espacio para los pies debido al voluminoso túnel central que se levanta en el suelo. Además lleva cinturón de seguridad de tres puntos, pero no tiene reposacabezas.
Por espacio e incomodidad de acceso a sus plazas traseras no parece el coche más recomendable para viajar con pasajeros, aunque ofrece un espacio interior en la línea del resto de sus posibles rivales con carrocería de tres puertas. No en vano, el comprador habitual de un Focus RS 200 no creo que le importe demasiado la habitabilidad del coche ni tenga intención de viajar a menudo con pasajeros en las plazas traseras, aspecto que no condicionará por tanto su elección de compra.
El Focus RS es el que ofrece el maletero más grande (350 litros) entre los modelos competidores, además de tener una forma muy aprovechable: 77 cm de profundidad, 104 cm de anchura y 54 cm de altura. También se pueden abatir el respaldo y banqueta de los asientos traseros en partes desiguales (60/40), dejando una espacio de carga más amplio y con fondo prácticamente plano. El portón trasero se puede abrir mediante un botón que encontramos en el salpicadero o apretando un botón situado en el mando a distancia, aunque este último funciona mal.
Bajo el piso del maletero hay hueco para una rueda de repuesto de emergencia, sin embargo, en su lugar lleva un equipo repara pinchazos (líquido sellante y compresor de aire) de los que es fácil quedarse un día tirado en medio de la carretera, sobre todo teniendo en cuenta que lleva unos neumáticos de perfil 40 muy expuestos a un posible pellizco en cualquier mal bache.
El RS tiene una buena presentación interior y tanto el ajuste como el remate de todos los elementos parece correcto. No he apreciado ningún ruido molesto a lo largo de nuestra prueba (salvo los ruidos aerodinámicos de la carrocería). Sin embargo, el plástico duro del salpicadero parece mejorable, aunque está pintado y tiene un aspecto muy bueno. La parte superior del guarnecido de las puertas y sus paneles están rematados en plástico mullido y tienen una parte tapizada en cuero azul, a juego como los asientos y el volante.
Comparado con sus rivales, el equipamiento del Focus RS es más bien discreto, aunque quizá ese sea uno de los secretos para pesar menos que ellos. Entre los elementos que podemos echar en falta se encuentran el control de estabilidad, airbags laterales y de cabeza, conexión automática de faros y limpiaparabrisas, faros de xenón, una instrumentación más completa o un simple lector de mapas en las plazas delanteras. Por otro lado tiene detalles como el cómodo mando de control del equipo de audio junto al volante o unas alfombrillas con el logotipo «RS» bordado.