Su bastidor me parece más cerca de un coche de carreras que de uno de calle, con las ventajas que esto puede aportar para aquellos que busquen las sensaciones más deportivas y también con los inconvenientes que podemos llegar a apreciar en el uso cotidiano. El Focus RS tiene una suspensión muy dura, claramente enfocada hacia la máxima estabilidad, lo que hace que su confort sea realmente escaso.
En un Alfa 147 GTA o un Audi S3 se puede viajar igual de rápido que en un RS, pero con un confort de marcha superior. Aunque tampoco es un coche insufrible, la dureza de suspensión fatiga claramente el cuerpo con el paso de los kilómetros, además, a elevada velocidad se escucha un permanente zumbido aerodinámico que hace el interior bastante ruidoso en carretera.
Por el contrario, en estabilidad es un coche de sobresaliente, el más eficaz entre los modelos de su categoría. Ford ha conseguido unas reacciones directas y neutras, lo que permite al conductor que sepa hacerlo llevar el coche exactamente por donde quiere. Entra en las curvas con mucha agilidad y se sujeta mucho antes de que ocurra un deslizamiento de las ruedas traseras.
Al límite, el Focus RS es muy ligeramente subvirador (lo que también aporta un mayor aplomo y sensación de control del coche). El conductor que sepa, puede provocar el deslizamiento del eje trasero a su antojo, jugando convenientemente con el volante y el acelerador. Si a esto le unimos la sobresaliente motricidad que aporta el diferencial autoblocante, tenemos que el RS 200 es capaz de abordar las carreteras de montaña a un ritmo sorprendente.
Pero que nadie se engañe con las virtudes de este Focus. Cuando se empieza a ir rápido de verdad, es también un coche más exigente de conducir que sus posibles rivales, muy rápido de movimientos y de los que hay que llevar siempre bajo control porque no hay ayudas electrónicas (ni control de tracción, ni de estabilidad) que nos echen una mano cuando la cosa se complica en un posible sobreviraje. Llegado ese momento requiere manos que sepan reaccionar, ya que todas sus reacciones son muy rápidas.
El tacto de todo es extraordinariamente deportivo y el Focus RS transmite al conductor unas sensaciones próximas a las de un coche de rallyes por su comportamiento. Si sobre asfalto en buen estado va como una tabla y pisa con enorme firmeza, sobre asfalto bacheado las suspensiones aguantan bien el trabajo y no se producen rebotes que descoloquen la trayectoria del coche, a pesar del tarado duro que tiene y de que se percibe perfectamente al volante cada una de las irregularidades del piso. En cualquier caso, la amortiguación no me ha parecido tan absorbente como en el Golf R32, coche con el cual comparte muchas reacciones pero al que aventaja claramente por su menor peso.