El Xsara Coupé tiene un chasis bien puesto a punto. Las suspensiones son más duras que en la versión de cinco puertas con este motor, pero mantienen un grado de confort razonable. La estabilidad es buena y sus reacciones son progresivas.
En una conducción «deportiva», el eje delantero entra en las curvas con agilidad, por donde el conductor marca con la dirección, acompañado por un eje trasero que desliza de una manera uniforme. Para que esto ocurra, el ritmo tiene que ser ya muy elevado; de lo contrario, se sujeta bien y las ruedas traseras mantienen la adherencia en todo momento. En cualquier caso, se agradecería un control de estabilidad (no disponible ni en opción), puesto que su extraordinaria agilidad radica precisamente en la posibilidad de deslizamiento de las ruedas traseras. Esta circunstancia puede llegar a dar un susto a algunos conductores, algo que se evitaría con un control de estabilidad.
La dirección, precisa y suficientemente rápida, tiene un grado de asistencia que se endurece progresivamente en función de la velocidad. También los frenos cumplen su cometido a la perfección: tienen buen mordiente, son fáciles de dosificar y aguantan el trato duro. El ABS (de serie en el VTS y opcional en el VTR) ayuda a parar el coche en unas distancias cortas. En nuestras mediciones ha necesitando sólo 56 metros para detenerse desde 120 km/h, en la línea de ligeros deportivos como el Peugeot 206 GTi (55 m) y en menos metros que modelos de su tamaño como el Opel Astra 1.8 5p (60 m).
No está al mismo nivel la caja de cambios, precisa pero lenta. En una conducción normal funciona bien, pero en un uso exigente no es rápida: si queremos pasar de 2ª a 3ª con rapidez, rasca. Los recorridos de la palanca entre marcha y marcha tampoco son muy largos.