Como ocurre con las prestaciones, la seguridad activa del PT Cruiser no es mala, pero tampoco es buena. Es peculiar, en cualquier caso.
En un límite en el que otros monovolúmenes tienen un balanceo de carrocería evidente, la del PT Cruiser no está muy inclinada. Tampoco es un coche con el que cueste entrar en una curva por ser excesivamente subvirador.
Digo que su estabilidad no es buena porque resulta más sensible que otros al estado del suelo y a la desaceleración en curva. En curvas donde un Tino, un Picasso o un Zafira no se mueven mucho aunque pisen sobre un firme no del todo regular, el PT Cruiser responde con un movimiento que inspira menos confianza. También es más sensible que otros monovolúmenes a frenar o desacelerar en curva. La unidad de pruebas que hemos tenido llevaba llantas de 16 pulgadas (serie en Touring y Limited); quizá con las de 15" que lleva el Classic este efecto sea menor (es una suposición, no lo he conducido con llanta 15). No puede tener control de estabilidad ni como opción.
La suspensión no es ni dura ni excesivamente suave; es un coche cómodo. Otros aspectos relacionados con el confort como la amplitud interior o la ventilación son satisfactorios, aunque resulta difícil enfriarlo sin que haya una corriente de aire que dé en los pasajeros delanteros.
Con antibloqueo de frenos y discos traseros hemos conseguido una frenada normal y la resistencia de los frenos también la que cabe esperar de un coche así.
En ciudad el PT Cruiser tiene dos inconvenientes. Primero, es difícil adivinar dónde acaba el coche; segundo, gira muy poco. La suma de los dos lo hace incómodo en garajes malos o calles estrechas.