Como se vio en el anterior
artículo, cuanta mayor diferencia de carga se produzca
entre las ruedas de un eje, menor será su agarre total.
No hay nada que podamos hacer con los elementos de la suspensión
para reducir la variación de carga total. Como ya hemos
dicho, ésta depende de la masa total suspendida, de
la aceleración lateral a que se le somete y de la altura
del centro de gravedad. Como mucho, podemos reducirla ligeramente
aumentando el ancho de vías, pero este parámetro
está limitado por la anchura total del coche, en los
vehículos de calle, y por la propia normativa, en los
de competición (más
información).
Lo que sí podemos controlar es en qué proporción participa cada uno de los ejes en ese reparto. Y lo podemos hacer tanto a través de los muelles y estabilizadoras, como de la altura de los centros de balanceo.
Pensemos primero en los muelles y estabilizadoras. Su rigidez determinará
la resistencia al balanceo que proporciona el eje en el que
están instalados. La suma de las resistencias al balanceo
dará lugar a la resistencia al balanceo total del vehículo.
Imaginemos un automóvil trazando una curva a velocidad constante, que ha adoptado un determinado ángulo de balanceo, y cuyo movimiento podemos congelar para modificar sus elementos de suspensión a nuestro antojo, mientras está apoyado.
Si incrementamos la resistencia al balanceo de los dos ejes en la misma proporción, cambiando sus muelles y/o estabilizadoras, y volvemos a dejarle rodar, en unos instantes el coche adoptará un ángulo de balanceo menor: para compensar el momento de balanceo causado por la misma fuerza centrífuga que antes, los muelles y estabilizadoras, más rígidos que antes, necesitarán una deformación menor.
Si este cambio de rigidez se ha realizado en la misma proporción
en los ejes delantero y trasero, lo que no cambiará
será el modo en que ambos participan en el variación
de la carga. Puesto que la carga final será la misma
que antes en las cuatro ruedas, la adherencia de ninguno de
los ejes cambiará.
¿Pero qué ocurre si cambiamos la proporción
de resistencia al balanceo de uno de los ejes? Congelemos
de nuevo la imagen de nuestro vehículo en la curva
y —cor relación a la figura anterior— reduzcamos
la rigidez al balanceo únicamente del eje delantero
con unos muelles o una estabilizadora más flexibles.
Cuando lo dejamos rodar de nuevo, como la resistencia al balanceo
total ha descendido (la del eje trasero sigue igual pero la
del delantero es menor), la carrocería balanceará
más.
Pero, si los elementos del eje trasero son igual de rígidos
que antes y su deformación es mayor (porque la carrocería
balancea más), esto sólo puede significar que,
entre las ruedas traseras, se está produciendo una
mayor diferencia de carga que antes. Ese aumento de la diferencia
en las ruedas traseras es aproximadamente igual que la disminución
en la diferencia que hay entre las ruedas delanteras.
Puesto que, a mayor diferencia de carga entre las ruedas
de un eje menor es su adherencia, hemos reducido la capacidad
máxima de agarre lateral del eje trasero e incrementado
la del delantero: lo hemos hecho más sobrevirador.
Como regla general, cuanto mayor es la resistencia al balanceo de un eje respecto al otro, menor será su máximo agarre lateral.
Con objeto de impedir que el coche sea sobrevirador, hace
un par de generaciones de coches era frecuente que en el eje
trasero no hubiera barra estabilizadora y , actualmente, lo
normal es que la trasera sea más flexible que la delantera.
También por este motivo en coches que corren en muchas competiciones el conductor puede modificar sobre la marcha la rigidez de al menos una de las barras estabilizadoras. Esto le permite compensar el cambio de posición del centro de gravedad asociado a la progresiva disminución de la carga de combustible conforme éste va desapareciendo, o simplemente realizar pequeñas correcciones del comportamiento del vehículo en función de la situación de la carrera, el estado de las ruedas u otros factores.
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