El cinturón de seguridad es un paracaídas. De la misma forma que un paracaídas ralentiza el movimiento antes de llegar al suelo, el cinturón ralentiza el movimiento del cuerpo en caso de choque.
Para ralentizar el movimiento, lo que hace el cinturón es estirarse. No está hecho con un material elástico, pero se estira de la misma manera que lo hace la manga de un jersey hecho de lana (que tampoco es tejido elástico).
A diferencia de lo que ocurre con la manga de un jersey, cuesta mucho esfuerzo estirar un cinturón de seguridad (pruebe), y ahí precisamente está la gracia. Como hace falta mucha energía para estirarlo, lo que hace en caso de choque es gastar parte de la energía cinética que tiene el cuerpo sin producir una aceleración grande.
Una de las cosas que enseñaron las pruebas de choque donde se utilizaban cadáveres humanos es precisamente que el cinturón se debe estirar: los prototipos de cinturón con bandas internas de acero se convertían en cuchillas a partir de cierta intensidad en el choque.
El cinturón tiene otro objetivo: mantener el cuerpo dentro de un espacio donde está protegido. De hecho, si el choque no es fuerte, no llega a estirarse y su función es (nada más y nada menos) mantener al cuerpo en esa zona.
A diferencia de la mayoría de sistemas de seguridad pasiva, el cinturón de seguridad sirve para muy distintos tipos de choques. Es fácil suponer lo necesario que es en un choque frontal, pero es igualmente necesario en caso de golpe por detrás, en caso vuelco y —si está bien ajustado— en caso de golpe lateral. |