El STI es la versión más potente y deportiva del Impreza. Tiene unas suspensiones que son claramente más duras que en el 2.0 WRX y se aprecia su superior aplomo y eficacia en el paso por curva. Los movimientos de la carrocería se han reducido en mayor medida y el coche transmite más sensación de aplomo y precisión de guiado.
Al no acusar tanto cabeceo y ser muy reducido el balanceo, el agarre del eje trasero es muy superior, lo que también transmite mucha más sensación de estabilidad, seguridad y control al conductor. Su mayor agarre también se consigue gracias a unos neumáticos de mayor anchura (225/45 ZR17 90 W). La dirección es más rápida y directa en la versión STI (2,7 vueltas de volante) y el cambio de seis marchas redondea el apartado mecánico, con unos desarrollos muy cortos en las cuatro primeras marchas.
El motor es una explosión de potencia (265 CV) y empuje, pero no he podido comprobar en el renovado modelo su capacidad de recuperación. En el anterior STI (con el mismo motor y potencia) me pareció que tenía una respuesta algo perezosa por debajo de 4.000 rpm, aspecto que le restaba agrado de conducción en el uso diario. Aunque desarrolla la potencia máxima a 6.000 rpm, sorprende cómo sube con energía hasta la zona roja del cuentavueltas, situada a 7.300 rpm y alcanza el corte de inyección a 7.750 rpm (un elevado régimen completamente inusual en coches de serie con motor turbo).
Tiene un equipo de frenos que ya son palabras mayores, con unos enormes discos ventilados mordidos eficazmente por pinzas monobloque de aluminio firmadas por Brembo (de cuatro pistones delante y doble pistón detrás). Su potencia y resistencia al trato exigente está a otro nivel, aun con un peso de 1.450 kg.
El sistema de tracción total del STI también es más elaborado, y al diferencial central viscoso y diferencial trasero autoblocante se ha añadido un diferencial delantero de superiores prestaciones (denominado Suretrac), aunque carece de diferenciales activos como su principal competidor, el Mitsubishi Lancer Evo VII y Evo VIII.
El interior apenas difiere del 2.0 WRX, aunque lleva otros asientos bacquet de excelente sujeción lateral, una tapicería de diferente combinación y anagramas «STI» en el cuentarrevoluciones, volante y asientos delanteros. También es distinto el volante, ahora de tres radios, menor diámetro y un agradable tacto.
Me ha gustado especialmente el indicador de régimen que lleva de serie. El conductor puede ajustarlo a su gusto y, llegado a ese punto, se escucha un pitido a la vez que se enciende una luz roja en el cuentarrevoluciones. Es ideal para marcarnos, por ejemplo, el régimen óptimo de cambio de marcha, como en los coches de competición.