He probado el Forester más equipado (Touring, con llantas de 19 pulgadas y con neumáticos orientados al asfalto) tanto en carretera como en campo. Lo que más sorprende de este vehículo es su capacidad para circular fuera de vías asfaltadas, donde resulta satisfactorio incluso cuando los caminos se complican, aunque obviamente no ofrece la capacidad de avance de un todoterreno clásico.
La altura libre al suelo (220 mm) es un elemento clave que permite circular por lugares accidentados con menos riesgo que en sus rivales de tocar con la parte inferior de la carrocería en el suelo. Los ángulos característicos también permiten circular por caminos con cierta tranquilidad (el de ataque es de 20,3º, el ventral de 21,0º y el de salida de 25,7º)
La suspensión, además de alejar la carrocería del piso de forma considerable, tiene una buena capacidad de absorber las irregularidades a velocidades moderadas. Gracias a ello, los pasajeros no sienten en exceso los movimientos de las ruedas.
Es muy sencillo conducir el Forester fuera del asfalto. Una de las razones es que el cambio automático de variador permite dosificar la aceleración con precisión milimétrica. No da ningún tirón ni al salir desde parado ni una vez que el coche ya está rodando.
El sistema de tracción total tiene varios programas de funcionamiento que se seleccionan pulsando unos iconos que hay en la pantalla (al no ser botones físicos, es posible que sea complicado atinar a poner el dedo sobre ellos en marcha sobre firme muy irregular). Al elegir los modos más orientados a la conducción por campo (Nieve y Arena o Nieve profunda y Barro), se adapta en consecuencia el funcionamiento del control de tracción para mejorar la capacidad de avance y se conecta de forma automática el control de descenso de pendientes cuando es necesario. Por lo tanto, el conductor no tiene nada más que activar el modo de conducción que considere oportuno en cada caso.
No he probado lo suficiente su capacidad de tracción como para emitir un juicio claro. Mi impresión es que el coche responde satisfactoriamente cuando se acelera sobre firme suelto, aunque no sé hasta qué punto puede subir una pendiente muy pronunciada sin patinar en exceso.
El Subaru Forester es cómodo para viajar porque la suspensión es blanda y, al igual que en el campo, aísla bien a los ocupantes. El Forester no responde de forma inmediata ni se apoya con rapidez cuando se fuerza el ritmo en las curvas. Ello se debe, en parte, a que la suspensión es blanda y permite que la carrocería se mueva de forma algo lenta. Sus reacciones me han parecido seguras pero, desde luego, no es el tipo de uso que mejor se adapta a sus cualidades porque está lejos de transmitir la agilidad de muchos SUV de su tamaño, como puede ser el Ford Kuga.
El motor trabaja con mucha discreción en el sentido de que hace poco ruido y también vibra poco. De hecho, a ralentí o a muy baja velocidad, a veces uno no sabe si el coche está avanzando impulsado por el motor de combustión o únicamente por el eléctrico.
No es un coche lento, pero no acelera con intensidad cuando se pisa a fondo el acelerador. A fin de cuentas, la potencia no es elevada para lo que se estila hoy en día (136 caballos) y el peso total del Forester es considerable (1768 kg). Cuando el conductor pisa poco el acelerador, el coche se mueve con total suavidad, hace muy poco ruido y tampoco vibra. Cuando lo pisa mucho, el panorama cambia; lo que normalmente ocurre es que el motor sube a un régimen muy elevado (y, en consecuencia genera un ruido algo elevado) y se mantiene ahí mientras el coche gana velocidad.
Subaru ha implementado una función para que la caja de cambios de variador imite a un cambio de relaciones fijas (en realidad no las tiene como tal). Estas relaciones simuladas se pueden elegir mediante las levas que hay tras el volante. En todo caso, nunca se obtiene una sensación idéntica a la de un coche con un cambio automático tradicional ni durante las fases de aceleración ni al levantar el pie del acelerador.
El consumo de combustible en autopista a velocidades legales puede estar sobre los 8,0 - 8,5 l/100 km y me parece complicado bajar de ahí salvo que se conduzca despacio y con mucho cuidado. Es, por lo tanto, un gasto más bien alto, lo que unido a un depósito no muy grande (48 l), hace que normalmente haya que parar a repostar cada 600 kilómetros como mucho.