Para subir al Clase G, porque es un coche al que se sube, hay que usar los estribos como peldaño salvo que se sea alto o ágil. Pero primero hay que abrir la puerta usando el botón en el que va la cerradura, el mecanismo que era habitual en los años 70.
Una vez dentro, los pasajeros delanteros pueden colocarse a su gusto con los mandos del asiento que, como es habitual en Mercedes, van colocados en las puertas, un lugar más cómodo para accionarlos. Lo que no es nada cómodo es el tirador para abrir las puertas desde dentro, queda colocado muy abajo (imagen) y obliga a forzar la posición de la muñeca para utilizarlos.
Los asientos de la unidad que hemos probado tienen un relleno firme. A mí me han parecido cómodos, pero a alguna persona le han parecido demasiado duros. Desde la pantalla central del salpicadero se tiene acceso a las funciones de masaje (hay varios programas) y de contorno dinámico (los resaltes laterales se hinchan para sujetar el torso en las curvas; lo hace el del lado exterior de la curva). La calefacción, la ventilación y las memorias de posición tienen sus mandos físicos en la puerta (imagen).
La postura de conducción es erguida y con las piernas muy flexionadas. La visibilidad del entorno es muy buena porque la superficie acristalada es grande y se va sentado muy alto. Llaman la atención los intermitentes delanteros, que conservan su posición en los extremos de la carrocería, a la vista de los pasajeros.
En las plazas traseras hay poco espacio para las piernas (69 cm según nuestras mediciones) en relación a las dimensiones del coche. En el GLC, que mide 20 cm menos de longitud, hay 71 cm. Lo que sí hay es mucha anchura, y esta es plenamente aprovechable porque las puertas no se curvan hacia el interior. Entre los anclajes del Isofix derecho e izquierdo hay 52 cm, que es mucho, por tanto el Clase G es un coche recomendable para llevar dos sillas infantiles y un adulto sentado entre ellas o tres sillas, pero con esta configuración la central no puede con Isofix porque el coche carece de esos anclajes en la posición central.
La banqueta es fija pero la posición del respaldo puede variarse en distintas posiciones (imagen). En estas plazas hay salidas de aire en el suelo, en la consola y en los pilares centrales (imagen). También hay mandos para manejar el climatizador (imagen).
El maletero tiene 456 l de capacidad, que no es un volumen extraordinario. Pero si se aprovecha todo el espacio hasta el techo sí es realmente grande, por la ventaja que suponen las líneas rectas de la carrocería. Cargarlo hasta arriba no supone un problema porque hay una red (imagen colocada tras los asientos traseros e imagen tras los asientos delanteros) que se puede sujetar a unos anclajes que hay en el techo (imagen) y así evitar cualquier riesgo de que la carga golpee a los pasajeros en una frenada fuerte o en un accidente.
El maletero está muy bien iluminado —hay puntos de luz en los dos laterales (imagen e imagen) y en el techo— y cuenta con una cortinilla enrollable para ocultar el equipaje (imagen). A diferencia de otros coches modernos, en el Clase G no hay un doble fondo.
La rueda de repuesto va colgada del portón del maletero (imagen). Esto obliga a que la apertura sea lateral (de derecha a izquierda) en vez de vertical. El mecanismo puede mantener la puerta semiabierta en una posición determinada, lo cual puede ser útil para no tener que sujetarla en lugares en los que hay un obstáculo detrás, como una pared u otro coche.
En el Clase G hay muchos botones, tanto en el volante como en la consola, algo que cada vez es menos frecuente. La palanca selectora del cambio va colocada tras el volante, a su derecha (imagen). Me parece el mejor lugar posible, no solo porque libera mucho espacio en la consola como porque ahí está más a mano y se manipula con mayor rapidez.
El espacio liberado por la palanca queda ocupado por los mandos del sistema multimedia. El principal es uno circular sobre el que flota otro con una superficie táctil (imagen). Audi tiene una combinación similar pero configurada de una manera que me parece más cómoda de usar (imagen).
En el salpicadero hay dos pantallas, instaladas de manera contigua y del mismo tamaño (12,3 pulgadas). La de la izquierda es el cuadro de instrumentos, que tiene tres configuraciones visuales posibles (cuyos diseños carecen de la simplicidad y facilidad de lectura de la que podía presumir Mercedes-Benz en el pasado). Todas las posibilidades de esta pantalla se manejan desde los mandos del volante (imagen), mediante botones físicos y una pequeña superficie sensible al tacto (un sensor que parece idéntico al que empleaba Blackberry en sus móviles). La otra pantalla es la del sistema multimedia, que no es táctil y a cuyas principales funciones se puede acceder mediante los botones que hay en la parte inferior del salpicadero. Durante la prueba no he tenido problemas para ver las pantallas, ni con el techo corredizo abierto (imagen), situación que suele dificultar la visualización por los reflejos.